Nuestro Dios es un Dios de segundas oportunidades y nuevos comienzos. Si el
lector se encuentra con vida, si respira y puede leer esta publicación, salta a
la vista que Dios aún no ha concluido en él Su labor. Así que no se rinda, no
se dé por vencido. Aunque haya fracasado. En vez de eso, permita a Dios
propulsarlo aún más.
Hoy me gustaría hablarles de las cuatro maneras de sacudirse el polvo y seguir adelante.
1. Aceptar responsabilidad por el fracaso propio.
En Proverbios 28:13 dice: «El que oculta sus pecados no prosperará, pero el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia». Cuando nos negamos a admitir nuestros errores, no nos sirven para aprender. Seamos sinceros con nosotros mismos. Seamos sinceros con los demás. La mayoría somos expertos en echarle la culpa a otros. Forma parte de nuestra naturaleza pecaminosa. Culpamos a la economía, al clima, a la mala suerte, a nuestros padres, a nuestra pareja, al gobierno.
2. Dejar de lamentarse y empezar a arrepentirse.
En 2 Corintios 7:10 dice: «La tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación, de lo cual no hay que arrepentirse; pero la tristeza del mundo produce muerte». En ese versículo se mencionan dos clases de tristeza: la tristeza según Dios y la tristeza del mundo.
La tristeza según Dios motiva al cambio. Produce un cambio de corazón. Nos motiva a actuar y a cambiar. Mientras que la tristeza del mundo es desmoralizante, depresiva y conduce a la muerte. Una de las emociones más devastadoras es la autocompasión. Nunca se aprende nada en un entorno de depresión y autocompasión.
3. Olvidar el pasado y pensar en el futuro.
Filipenses 3:13-14 asegura: «Olvidando ciertamente lo que queda atrás y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús».
4. Confiar en que Dios lo solucionará.
En Romanos 8:28 dice: «Sabemos, además, que a los que aman a Dios, todas las cosas los ayudan a bien, esto es, a los que conforme a Su propósito son llamados». Dios está creando un estampado con el tejido de nuestra vida. Y será hermoso. Todo encajará. Pero en ocasiones, desde nuestro punto de vista, puede parecer un desastre, un revoltijo. Cuando repasamos nuestra vida, pensamos: «¿Cómo saldrá algo bueno de todo esto?»
Dios desea tomar nuestros mayores fracasos —aquellas áreas de mayores desengaños que deseamos mantener escondidas y secretas— y convertirlos en nuestros puntos más fuertes. Él desea transformarlos en mensajes de vida. ¿Cuáles son sus puntos más débiles? Sean los que sean, son en los que Dios desea trabajar. Lo único que precisa es que dejemos de lamentarnos entre nosotros y le permitamos a Él obrar en nuestra vida.
Leer todo el articulo en Ancora: Nunca es demasiado tarde para volver a empezar.
Por Myles Munroe
Sin profecía el pueblo se desenfrena; Mas el que guarda la ley es
bienaventurado.
Proverbios 29:18
La visión es la fuente y la esperanza de la vida. El más grande don dado jamás a la raza humana no es el de la vista, sino el don de la visión. La vista es una función de los ojos; la visión es una función del corazón."Los ojos que miran son muy comunes, pero los ojos que ven son muy raros". Nada que haya sido noble o digno en la tierra, jamás ha sido hecho sin visión. Ningún invento, ningún desarrollo y ningún gran logro jamás han sido realizados sin el poder inspirador de esta misteriosa fuente llamada la visión.
La visión te libera de las limitaciones que ven tus ojos y te permite entrar a la libertad de todo aquello que el corazón puede sentir. Es la visión lo que hace que lo invisible se vuelva visible y que lo desconocido se convierta en una posibilidad.
Tú naciste para llevar a cabo algo significante e importante, y tu fuiste destinado para marcar la diferencia en tu generación. Tu vida no es un experimento divino, sino un proyecto de Providencia para cumplir un propósito que necesita tu generación. Este propósito personal es la fuente de tu visión y es lo que le da significado a tu vida. Por lo tanto, yo quiero animarte para que creas en tus sueños y para que te reconectes con tu pasión; tu visión está esperando que te pongas en acción. Tu futuro no está adelante de ti, se encuentra dentro de ti. Debes ver más allá de tus ojos y debes vivir para realizar aquello que no se ve todavía. Tu visión determina tu destino.
Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba. (He.11:8)
¡Los pioneros necesitan previsión para ver lo que nadie más ve; fe para creer lo que nadie más cree; iniciativa para ser los primeros en intentarlo; y coraje, el valor para hacer que se realice!
¡Si oras, cada día puedes ser pionero de algo nuevo!
La mayoría de los reinos expiraron en el cómodo lecho de la opulencia.
Imposible es una palabra que sólo se encuentra en el diccionario de los necios. Napoleón.
Si no te arriesgas, no podrás nunca hacer algo más de lo normal.
Una vez que hayas averiguado y abrazado lo que Dios quiere que hagas, Él te tomará y te pondrá en el sitio donde quiere que estés. Cada persona tiene su lugar y su trabajo que hacer para el Señor, como las piezas de un tablero de ajedrez. Las piezas no tienen voluntad propia. Cuando un jugador toma una y la mueve a otro escaque, la pieza no protesta; se somete y va a donde la envían, ¿no es cierto? Pues bien, tú estás en manos del Maestro. Él te va a colocar donde quiera; así que confía en Él.
No hace falta que tú tomes todas las decisiones; sólo tienes que avenirte a Sus jugadas y dejar que sea Él quien piense y escoja. Tu visión es muy limitada. En cambio, Él ve toda la partida, todo el tablero con todas las piezas. Es fantástico dejar que Dios decida, pues Él siempre se preocupa por nosotros y sabe lo que más nos conviene.
Escuche esta bella cancion: Ha confiado en ti.
1. Procura convertir tus pensamientos en oraciones. La meta es incluir al Señor en cada pensamiento, pero para adquirir ese hábito se necesita bastante tiempo y esfuerzo. Evalúa tus progresos con regularidad.
2. Destina un tiempo a orar todos los días. Para orar todos los días sin falta conviene incluirlo en el horario como una actividad diaria indispensable.
3. Organiza el tiempo que dedicas a la oración. Podrías dividir tus peticiones a lo largo de la semana. Por ejemplo: el lunes orarías por tu familia; el martes por el trabajo; el miércoles por los amigos, etc.
4. «Entra a tu aposento» (Mateo 6:6). No se necesita tener un sitio específico para orar, pero conviene buscar un lugar tranquilo y apartado del ruido, o un rincón donde puedas desconectarte de otros pensamientos.
5. Mantén una lista actualizada de oración para recordar tus peticiones. A lo mejor podrías anotarlas en un diario o un bloc de notas. No olvides anotar las respuestas a la oración, porque repasar los milagros que ha hecho el Señor te dará más fe.
6. Pregunta a tus amigos y familiares si necesitan oración, y asegúrales que puedes interceder por ellos. Cuando alguien te hable de un problema o necesidad, hazle saber que vas a orar al respecto.
7. Al hablar de problemas con tu cónyuge o tus compañeros, procura terminar con una oración. Cuando un amigo te cuente las dificultades por las que atraviesa, pregúntale si puedes orar por él y por su situación en ese momento.
8. Crea un grupo de oración por correo electrónico, whatsapp o un foro en Internet para solicitar oración —tanto por peticiones actuales como a largo plazo—, así como para dar a conocer las respuestas a la oración.
9. Incluye a tu familia. Oren antes de comer, de acostarse, de conducir y de otras actividades de cada día. La primera medida a la que deben recurrir al enfrentarse a una crisis o conflicto debe ser la oración, incluso antes de buscar soluciones físicas.
10. Ora antes de emprender un proyecto o actividad. Cuando aún estás adquiriendo la costumbre de orar por todo, conviene poner recordatorios en los lugares que ves con frecuencia, como en el tablero de mandos del auto, en la nevera y en el computador.
11. Haz una lista de versículos de la Biblia de promesas
que puedas invocar al orar. Memorizarlos
fortalecerá tu fe.
ORACIONES PARA PEDIR
SEGURIDAD Y PROTECCIÓN DIVINA
Me cubro, cubro a mi familia y a mis posesiones con la sangre de Jesús.
Que el fuego de Dios rodee y proteja mi vida de toda destrucción.
Que los ángeles del Señor acampen a mi alrededor y me protejan (Salmos
34:7).
Que tu gloria sea mi armadura y que proteja mi espalda y retaguardia.
Levántame y estaré seguro (Salmos 119:117).
El nombre de Jesús es torre fuerte, corro aella y estoy seguro (Proverbios
18:10).
Señor, tú me haces habitar en seguridad (Salmos 4:8).
Protégeme de los opresores (Salmos 12:5).
Permíteme habitar con seguridad en mi tierra (Levítico 26:5).
Guíame con seguridad y no tendré temor; que el mar cubra a mis enemigos
(Salmos 78:53).
Permíteme recostarme y descansar con seguridad (Job 11:18; Isaías 14:30).
Vaya habitar en seguridad, no temeré a nada (Ezequiel 34:28).
Guárdame como la niña de tus ojos y escóndeme bajo la sombra de tus alas
(Salmos 17:8).
Estaré seguro bajo la cubierta de tus alas (Salmos 61:4).
Confiaré en la sombra de tus alas (Salmos 57:1).
Sé mi refugio de la lluvia y la tormenta (Isaías 4:6).
Sé mi refugio del viento y la tempestad
(Isaías 32:2).
Con
nuestras amigas Graciela y Xenia, compartiendo la Palabra de Dios y nuestras
producciones devocionales, en Limón.
¡Con mucho amor y oraciones!
Hugo y Elizabeth
Ministerio Luz Celestial, San José – Costa
Rica