Por Maria Fontaine
Para muchos de nosotros, desde muy pequeños, la
Navidad ha sido siempre una época singular. Celebrábamos el nacimiento de
Jesús, intercambiábamos regalos y visitábamos o recibíamos en casa a familiares
y amigos. Pero la Navidad no es solamente una ocasión de disfrutar de esas
dichas. Es también el mejor momento del año para dar a conocer a nuestro amado
Salvador. Es tal vez cuando la gente más piensa en ese milagro que constituye
el alma de la Navidad: que Dios enviara a Su propio Hijo al mundo para reconciliarnos
con Él. Hasta en las culturas no cristianas mucha gente se muestra interesada
en entender el verdadero sentido de la Navidad.
En esta temporada, quienes conocemos el amor de
Dios manifestado por medio de Jesús tenemos ocasión de hacer el mejor obsequio
navideño que pueda haber, no solo a las personas de nuestro círculo íntimo,
sino también a personas menos cercanas e incluso a desconocidos con quienes
convivimos en este mundo. Hay a nuestro alrededor mucha gente apesadumbrada,
abatida, que clama por un consolador, que anhela un Salvador. El temor y la
incertidumbre se han apoderado de algunos. Otros están sumidos en la angustia y
la desesperanza por carecer de objetivos y alicientes; no le encuentran sentido
a la vida. Otros más cargan con el peso de rencores y sentimientos de culpa,
son presos de la vaciedad, están atormentados por el dolor o perdidos en un
laberinto del que no pueden salir por su cuenta.
Jesús los ama y quiere acogerlos en Sus brazos.
Pero para ello, el Todopoderoso y Omnisciente, cuyo amor es infinito, ¡necesita
nuestra ayuda! Nosotros somos los ojos con que Él los busca, los oídos con que
escucha su clamor, la voz con que les responde y los consuela. Somos además los
brazos con que los estrecha.
¿Harás todo lo posible para ayudarlos? ¿Te
entregarás a ellos? Jesús lo hizo. Dejó el lugar más paradisíaco jamás creado
para venir a la Tierra y soportar aquí incomodidades, humillaciones, burlas y
dolor; todo con el fin de salvarnos.
Tú puedes hacer un aporte significativo esta
Navidad. Aun el menor de tus esfuerzos por compartir lo poco que tengas
irradiará gran luz en la vida de alguien, será como un rayo de esperanza que
penetrará las tinieblas que envuelven a esa persona (Mateo 5:14–16).
Hagamos un esfuerzo por comunicarnos con los demás.
Contémosles que Jesús vino al mundo para amarlos, que murió para salvarlos y
que resucitó para transportarlos a un formidable mundo nuevo que pueden conocer
aquí en la Tierra y además disfrutar por la eternidad en el Cielo. Proclamemos
que celebramos el cumpleaños de un Salvador vivo, el único capaz de satisfacer
nuestros más profundos anhelos.
Como Su Padre lo envió a Él, Jesús nos envía a
nosotros (Juan 20:21). Seamos las manos, pies, ojos y labios
de Cristo. Sanemos a los quebrantados de corazón; rescatemos a los cautivos;
resucitemos a los que yacen muertos en pecados y transgresiones; abracemos a
los rechazados, a los desechados y marginados (Isaías 61:1,3).
Anunciemos la Buena Nueva a los pobres; desatemos las ligaduras de impiedad;
aliviemos sus cargas; liberemos a los oprimidos (Mateo 11:5;
Isaías 58:6). Démosles gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de
luto, manto de alegría en lugar de espíritu angustiado. De gracia recibimos;
demos de gracia (Mateo 10:8).
¡Y no nos detengamos al terminar la Navidad!
Sigamos compartiendo, dando y manifestando amor con el mismo fervor todo el
año. Celebremos cada día el nacimiento de Jesús, que es promesa de vida nueva
para todos.
Oración navideña
Amoroso Padre celestial, ayúdanos a recordar el
nacimiento de Jesús para que participemos del canto de los ángeles, de la
alegría de los pastores y de la adoración de los reyes magos. Cierra las
puertas del odio y abre las del amor por todo el mundo. Que cada regalo siembre
bondad y cada felicitación sea portadora de buenos deseos. Líbranos del mal por la bendición que nos depara
Cristo. Llena nuestra mente de gratitud y nuestro corazón de perdón por amor a
Jesús. Amén.—Robert Louis Stevenson
Carol of Bells
SUENAN LAS CAMPANAS
SUENAN LAS CAMPANAS
Es
Navidad y por doquier
se oye
anunciar «Cristo es el Rey».
Salgamos
hoy a pregonar
que
Él ya nació, en todo lugar.
Es
Navidad, nació la Luz,
felicidad
trajo
Jesús.
Suenen
campa nas y oíganse
su
repicar que anuncia al Rey.
A
todo ser hoy proclamad:
Ya
nació el Rey, es Navidad»
Cantad
en armonía
con
las campanas la melodía que aclama.
Suenen
y repiquen las campanas
Suenen
y repiquen las campanas
Con
gran fervor hay que anunciar,
Cristo
el Señor vino
a salvar.
Es
Navidad y a todo ser
el
repicar anuncia que...
Con
gran fervor hay que anunciar,
Cristo
el Señor vino
a salvar.
Suenen
las campanas y oígase
su
repicar, que anuncia al Rey.
Salgamos
hoy a pregonar
que
Él ya nació, en todo lugar.
A
todo ser hoy proclamad:
Ya
nació el Rey, es Navidad.
Cantad
en armonía
con
las campanas la melodía que aclama.
Suenen
y repiquen las campanas.
Suenen
y repiquen las campanas.
Con gran fervor hay que
anunciar,
Cristo el Señor vino a salvar.
Es Navidad y a todo ser
el
repicar anuncia que...
Cristo es el Rey.
Puede escuchar y descargar música navideña aquí.
Gracias
a Dios, con la colaboración de los miembros de nuestra Asociación y varios
amigos, pudimos llevar amor y alegría a 50 niños de una zona de bajos recursos.
¡Con mucho amor y oraciones!
Hugo y Elizabeth
Ministerio Luz Celestial, San José – Costa Rica
Teléfono: (506) 88539162
E-mail: mluzcelestial@gmail.com