¡Los hijos de Dios, los que le aman y creen en su Hijo
Jesús, son la Esposa de Cristo, la esposa de Jesús! (Ver
Apocalipsis 19:7,8.) ¡Cuando invitaste a Jesús a entrar en tu vida, entró en tu
corazón espiritualmente del mismo modo que un esposo entra en su esposa
en su noche de bodas, y se hicieron uno solo!
«Siendo nosotros aún pecadores, Cristo murió por nosotros...
¡para que seamos casados con Otro, el que resucitó de los muertos (Jesús)!»
(Romanos 5:8; 7:4) Todos estábamos perdidos en nuestros pecados antes de que
Jesús nos encontrara y rescatara por amor. «Y pasé otra vez junto a ti, y te
miré, y he aquí que tu tiempo era tiempo de amores; y extendí mi manto sobre ti
y cubrí tu desnudez; y te di juramento y entré en pacto contigo, dice Dios el
Señor, y fuiste mía.» (Ezequiel 16:8) «Como el gozo del esposo con la esposa,
así se gozará contigo el Dios tuyo. (Isaías 62:5) ¡Cuánto amor! Con razón dice
en 1a de Juan 4:19: «Nosotros le amamos a Él porque Él nos amó primero.» (Ver también
Efesios 5:23-32, que habla del matrimonio de Cristo con nosotros, que somos su
Iglesia.)
Pero lamentablemente, así como el amor vibrante, vivo,
ardiente y sensual en que nacen muchos matrimonios se enfría al cabo de un
tiempo hasta que la relación se convierte en una formalidad rutinaria, sucede
también a veces con los cristianos, la Esposa de Cristo. Se olvidan de cuánto
ha hecho el Señor por ellos, y el amor tan maravilloso que sintieron por El en
un principio va apagándose poco a poco. Puede que hayan empezado con un amor
ardiente por Jesús, dispuestos a hacer lo que sea por El, pero después de un
tiempo su fuego y fervor se enfrían y la relación se vuelve fría, formalista y
frígida.
¡Imagínate cómo debe de dolerle a Jesús! ¡Le duele del mismo
modo que te dolería a ti si estuvieras fervientemente enamorado de tu
esposa o tu marido y no te correspondiera ese amor, sino que empezara a
interesarse por otras cosas y otros amantes a los que les diera el lugar
primordial en sus vidas y las amara más que a ti!
No sólo eso: ¡a Jesús no sólo le duele, sino que lo pone celoso!
«¡Porque Yo el Señor tu Dios soy un Dios celoso, y no tendré dioses
ajenos delante de Mí!» (Deuteronomio 5:7,9) Los celos de Dios por
nuestro amor no son egoístas, sino que está celoso por nuestro
bien, porque sabe que la única manera de que encontremos sentido,
felicidad y satisfacción en la vida es darle la máxima importancia a
nuestro amor por El! El apóstol Pablo dijo: «Os celo con celo de Dios,
pues os he prometido a un solo Esposo, para presentaros como una virgen pura a Cristo!»
(2a a los Corintios 11:2)
Además, el Señor está celoso por las almas perdidas, porque
sabe que únicamente dándole a Él, el primer lugar en nuestras
vidas tendremos las fuerzas y la convicción para querer ayudar a otras
personas a encontrarle. ¡Sabe que no seremos cristianos fuertes y satisfechos
si nuestro corazón no le pertenece totalmente!
Entonces, ¿qué medidas podemos tomar, no sólo para poner a Jesús
primero en nuestras vidas, sino también para mantenerlo en ese
lugar? Una manera es con nuestro servicio diario a Él. ¡Consulta con el
Señor en oración sobre cualquier cosa antes de hacerla, y comprueba que eso es
lo que Él quiere que hagas! Encontrarás que ese principio se aplica
hasta a tu trabajo de cada día. Cuando nos encontramos apremiados por terminar
una tarea en un plazo determinado, muchas veces tenemos la tentación de
desplazar al Señor de nuestra vida y concentrarnos exclusivamente en nuestro
trabajo. Todos lo hemos hecho en alguna que otra ocasión, ¡pero la solución no
es ni mucho menos dejar al Señor para el final!
¡Dios ha bendecido y hecho prosperar a muchos grandes
hombres de negocios cristianos porque pusieron a Jesús primero en las
decisiones que tenían que tomar todos los días! El célebre industrial
multimillonario Robert G. LeTourneau cuenta la siguiente anécdota sobre cuando
estaba empezando en el mundo de los negocios al frente de una fábrica pequeña:
«Una noche, tenía que diseñar una máquina nueva para que una cuadrilla de
hombres que había contratado pudiera construirla a la mañana siguiente. Pero
aquella misma noche me invitaron a testificar con unos jóvenes amigos
cristianos. ¡El Señor y yo tuvimos un conflicto tremendo mientras yo trataba de
decidir qué hacer!»
«¡Aunque no entendía cómo iba a poder hacer los planos para
la mañana siguiente, fui con los jóvenes, y fue muy fructífero y alentador!
Regresé a las 10, y hasta esa hora no se me había ocurrido ninguna idea para la
máquina, ¡pero me senté ante la mesa de dibujo y en cosa de cinco
minutos el bosquejo y el plan estaban clarísimos! ¡No sólo eso, la máquina que
diseñé aquella noche ha sido la pieza clave de todo lo que he construido
desde entonces! ¡Vale la pena poner a Dios primero!»
Otro cristiano famoso que siempre dio el primer lugar a Dios
en sus decisiones de cada día fue William Gladstone, que fue primer ministro
del Reino Unido en tres ocasiones y uno de los dirigentes políticos ingleses
más conocidos del siglo XIX. ¡Se cuenta que todos los días, mientras subía la
escalinata del Parlamento, se detenía a testificarle a un muchacho vendedor de
periódicos hablándole del amor de Jesús!
Pero un día, cuando entraba al Parlamento acompañado de su
secretario, otro chiquillo
vendedor de periódicos se le acercó corriendo y exclamó:
«Señor ministro, ¿recuerda al muchacho que le vende aquí el periódico todos los
días? Ayer lo atropelló un carruaje y está gravemente herido. Se va a morir, y
quiere que usted vaya para hacerle entrar.» El ministro le preguntó:
«¿Qué quieres decir con eso de 'hacerle entrar'?» El muchacho le respondió:
«¡Hacerle entrar en el Cielo, claro!»
Pero su secretario protestó: «¡No, nada de eso, no tiene tiempo
de ver a un vendedor de periódicos moribundo! ¡Sabe lo importante que es el discurso
que tiene que pronunciar hoy! ¡Podría alterar el rumbo de la historia de
Inglaterra!»
Gladstone vaciló por un momento, y dijo: «¡Un alma
inmortal vale más que mi discurso en el Parlamento!» Y se dirigió a la
buhardilla donde se encontraba el muchacho agonizante con el cuerpo destrozado,
en una estera en un rincón. ¡Con lágrimas rodándole por las mejillas, Gladstone
rezó con el chiquillo para que recibiera a Jesús! El chiquillo, alzando los
ojos al rostro del gran hombre, dijo en voz baja: «Sabía que vendría. ¡Gracias
por hacerme entrar!» ¡Y cerrando los ojos, se fue con Jesús!
¡Una hora o dos más tarde, Gladstone estaba de regreso en el
Parlamento, donde se había desatado un debate muy candente! ¡Llegaba tarde, y
poco le faltó para perder su turno para hablar, pero pudo hablar! ¡Y lo hizo
con mucha elocuencia! ¡Y ganó el debate! Después, su secretario le dijo:
«Señor ministro, ¿cómo se pudo tomar la molestia de ir a ver a ese
vendedor de periódicos arriesgándose a perder su turno para pronunciar un
discurso tan importante?»
Gladstone respondió: «El discurso de hoy era algo muy
bueno y muy importante, ¡pero que ese chiquillo se salvara y fuera al
Cielo era mejor y más importante! ¡Dios sabía que yo iba a
poder volver a tiempo para el discurso! ¡Me estaba probando para ver si ponía
las cosas de El primero!» ¡Qué ejemplo tan magnífico de una escala de
valores debida!
Sin embargo, los grandes cristianos no son simplemente
grandes por su servicio a Dios, sino por su comunión y relación estrecha con
El. Cuanto más le conocen, más se vuelven como El. ¡Desafortunadamente, uno de
los errores más comunes de muchos cristianos es enfrascarse tanto trabajando
para el Señor que descuidan al Señor del trabajo! Como resultado,
pierden el rumbo y sus fuerzas para trabajar para El, porque tratan de
hacerlo por su cuenta, sin el poder de Él. Jesús dice: «Sin Mí no podéis
hacer nada!» (Juan 15:5) ¡Sin el poder del Maestro, no puedes trabajar para El!
¡Y para tenerlo, debes pasar tiempo con el Maestro!
Aunque
la hora era avanzada esta mañana,
cuando
vieron tus ojos la luz,
¿te
detuviste a aguardar la bendición divina
conversando
un rato con Jesús?
¿Le
agradeciste su misericordia,
que
toda la noche te había guardado,
que
no te sucedió mal alguno
ni
las lágrimas tus ojos han empañado?
¿Le
pediste la bendición
de
su presencia todo el día,
y
para que no te descarríes,
que
te diera dirección y guía?
¿Le
dijiste que gustoso
irías
adonde El mandara,
e
intentarías cumplir sus mandatos
ayudando
a toda alma necesitada?
Si
al iniciar un nuevo día
prescindes
de las bendiciones,
por
seguro te fallarán las fuerzas,
y
caerás y tendrás tropezones.
Vive
al lado del Maestro.
¡Pues
si a El no estás muy unido,
las
Palabras de Amor que El susurra
no
podrán llegar a tu oído!
¡A veces estamos tan ocupados sirviendo al Señor que
nos olvidamos de amarle! Dios aprecia el servicio que le prestas y lo
necesita, ¡pero también quiere que le prestes atención, le adores y tengas una
comunicación íntima con El! La Biblia nos recuerda: «Esto era necesario hacer,
sin dejar de hacer aquello.» (Mateo 23:23)
¿Recuerdas la historia de María y Marta? Cuando Jesús fue a
visitarlas, María «sentándose a los pies de Jesús oía su Palabra. Pero Marta se
preocupaba con muchos quehaceres.» ¡Estaba tan abrumada y atareada tratando de
hacerlo todo bien para el Señor que no tenía tiempo para escucharle!
Jesús la reprendió con suavidad diciéndole: «Marta, Marta, estás afanada y preocupada
con muchas cosas. Pero sólo una cosa es necesaria; ¡y María ha escogido
la buena parte, la cual no le será quitada!» (Lucas 10:39-42)
Aunque tu servicio de testificar y convertir a otros a Jesús
es muy importante, el tiempo que pasas con Jesús es más
importante todavía, y si pasas ese tiempo a solas con El, verás con sorpresa
que tienes tiempo de sobra para todas las demás cosas que tienes que hacer, y
que podrás hacerlas aún más rápido y en menos tiempo.
Un día en que a Martín Lutero y su colega Melancthon les
esperaba una jornada especialmente fatigosa y atareada, Melancthon propuso que
redujeran a la mitad el tiempo que pasaban orando al comienzo del día. Lutero
se negó en redondo e insistió que en vez de sus dos horas habituales de
oración, ese día tendrían que pasar cuatro en presencia del Señor, ya
que tenían tanto que hacer!
¡Descuidar tu comunión con el Rey de reyes puede ser
desastroso para tu vida espiritual y tu relación con el Señor! ¡Dios no
cabe en un segundo lugar, ni aun cuando el primero sea para el servicio a El!
«¡No tendrás dioses ajenos delante de Mí!» (Exodo 20:3) ¡Y por raro que
parezca, si pones alguna cosa antes que el Señor, ésta se habrá
convertido en tu dios!
¡Es decir, que darle a Jesús el primer lugar en nuestras
vidas, no sólo supone poner primero el servicio a El ganando corazones y
vidas para El, sino también poner primero su Palabra en nuestras vidas!
¡Es más, la Biblia dice que Jesús es la Palabra! «En el principio era el
Verbo (la Palabra), y aquel Verbo fue hecho carne.» (Juan 1:14) No sólo eso;
Jesús dijo: «¡Las Palabras que Yo os he hablado son Espíritu y
son Vida!» (Juan 6:63)
¡La Palabra de Dios es alimento para tu alma, y es
totalmente esencial para tu desarrollo espiritual! ¡Si no
dedicas tiempo a darte un banquete con las Palabras de Jesús, tu alma se va a morir
literalmente de hambre! ¡Terminarás como un niño retrasado y desnutrido,
como un enano espiritual! Y hasta tu servicio a dios estará falto de
poder y de fruto.
¡Además, debemos poner primero a Jesús con la oración!
¿Dedicas un buen rato cada mañana a orar solo o con tu familia
para imprescindible hacerlo, porque si no las cosas no salen bien! ¡Nada más
despertarte, antes de llamar a nadie ni hablar con nadie, habla primero con
Jesús! ¡Escucha las órdenes que El te quiere dar para el día! ¡Si
no, sería como un soldado que quisiera librar una batalla por su cuenta y
riesgo sin escuchar las órdenes del cuartel general, sin seguir los planes de
su Comandante en jefe! Jesús, nuestro Comandante celestial, puede resolver
muchos de tus problemas aun antes de que comience el día si lo pones primero a Él,
oras y escuchas lo que te quiere decir por medio de su Palabra!
Sin
una buena dosis diaria de la Palabra y la oración, irás por ahí
sin fuerzas, tropezando al guiarte por tu propio entendimiento y
fuerzas. Jesús dice: "Sin Mí no podéis hacer nada."
(Juan 15:5) Pero por otro lado, la Biblia dice: "Todo lo puedo en Cristo
que me fortalece!" (Filipenses 4:13) ¡Esa fortaleza se adquiere al poner a
Jesús primero con la oración y la lectura de la Palabra
de Dios!
Entonces, ¿ocupan Jesús, su Palabra y la oración la escala
de prioridad que deben en tu vida? ¿Les concedes el primer lugar? ¿O
dejas que otras cosas desplacen a Dios y su Palabra a un segundo, tercer lugar
o más abajo aún? ¡Si es así toda tu vida estará desequilibrada, y el único
resultado será discordancia, desorganización y confusión! ¡Exactamente como lo
que estamos viendo a una escala gigantesca en el mundo actual, que está
al borde del desastre porque el hombre está al borde del desastre porque el
hombre no ha querido concederle a Dios el primer lugar! ¡O prácticamente ningún
lugar en su vida!
¡Otra forma de poner primero a Jesús es contribuyendo
y diezmando lo que ganamos cada mes para mantener la obra de Dios! (Ver
"Dar a Dios", pág. 594, y "Las ventanas de los Cielos",
pág. 764.) Una de las infalibles leyes económicas de Dios es diezmar.
¡Si lo pones a El primero pagando tu diezmo completo para su obra, Dios
te bendecirá y verás que tienes de sobra para pagar el resto de
tus facturas! El dice: "¡Dad y se os dará!" (Lucas 6:38)
¡Abundan las anécdotas de grandes hombres de negocios
cristianos a los que Dios bendijo e hizo prosperar porque
pusieron primero a Jesús, no sólo en su corazón y vida, sino también en
el pago de sus facturas! ¡Sabían que antes de pagar ninguna otra cuenta, el diezmo
de Dios tenía prioridad!
A.A. Hyde, fabricante multimillonario dijo que había
empezado a diezmar cuando debía 100.000 dólares! Muchos hombres han dicho que
les parecía deshonesto darle a Dios la décima parte de sus ingresos mientras
debían dinero. El Sr. Hyde decía que un día cayó de pronto en la cuenta de que
su acreedor más importante era Dios. Entonces comenzó a pagarle a Dios primero,
y al final terminó por pagarles todo lo que les debía a sus demás acreedores.
¡Si alguien te debe dinero, sería un método prudente de tu parte en tus
negocios animarlo a pagar primero la deuda que tiene para con Dios!
John D. Rockefeller sénior, uno de los más grandes
filántropos de todos los tiempos, dijo en cierta ocasión: "Si, diezmo, y
me gustaría explicar cómo empecé a hacerlo. Siendo muy pequeño, tuve que
ponerme a trabajar para mantener a mi madre. Mi primer sueldo era de 1,50
dólares semanales. ¡Después de una semana de trabajo, llevé el dólar cincuenta
a casa y mi madre, poniendo el dinero en su regazo, me explicó que se alegraría
mucho de que yo le entregara al Señor la décima parte!"
"¡Lo hice, y desde aquella semana hasta este día
he diezmado todo dólar que me ha confiado Dios! Y me gustaría decir que
si no hubiera diezmado aquel primer dólar, no habría diezmado el primer millón
de dólares que gané. ¡Dígale a sus lectores que les enseñen a sus hijos a
diezmar, y Dios nunca dejará de bendecirlos y hacerlos prosperar!"
¡A lo largo de su vida, Rockefeller donó más de 700 millones
de dólares a causas cristianas y caritativas, tres veces más que ningún otro!
¡R.G. Letourneau, al que mencionamos más arriba, diezmaba también
generosamente! Cierta vez que estaba a punto de arruinarse en los negocios, oró
muy fervientemente diciendo: "¡Señor, te prometo comenzar a diezmarte
regularmente el 10% de mis ingresos si salvas mi negocio y haces que reciba un
pedido importante para salir a flote!" ¡Y el siguiente pedido que recibió
fue de 100.000 dólares! ¡Poco después, empezó a diezmar el 20%! ¡Y comprobó que
cuanto más le daba a Dios, más le devolvía Dios a él! ¡20
años más tarde, estaba donando el 90% de sus ingresos a las misiones, y
él y su familia vivían del 10% restante! ¡Y seguía siendo multimillonario! Si
le ponemos a El primero diezmando fielmente, Dios dice en su Palabra:
"¡Abriré las ventanas de los cielos y derramaré bendición hasta que sobreabunde!"
(Malaquías 3:10) ¡Vale la pena poner a Jesús primero!
¡Jesús debe ocupar el lugar primordial en todos
los aspectos de nuestras vidas! Él dijo: "Buscad primeramente el Reino
de Dios y su justicia y todas esas cosas os serán añadidas."
(Mateo 6:33) "Buscar primeramente" quiere decir darle a Jesús
el lugar primero y principal en nuestras vidas, por encima de todo
lo demás! ¡Quiere decir trabajar por Jesús y por los demás más que por uno
mismo! ¡Más que por dinero, más que por placer, más que por salud, más que para
el gobierno, más que por ninguna otra cosa!
Entonces,
si le das a Jesús el primer lugar en tu vida, y les das a Él y su obra la
máxima prioridad, proveerá sin falta lo que necesites: comida, ropa, casa.
¡Hasta te puede confiar otras cosas para que las disfrutes si sabe que
no eclipsarán, distraerán ni se interpondrán en ninguna forma en tu relación
con El! ¡Gracias a Dios que no es pecado disfrutar de la comida, diversas formas de entretenimiento o nuestro trabajo, así
como de todos los demás placeres tan sensacionales que Dios ha creado para que
los disfrutemos con los sentidos! ¡Pero tenemos que tener cuidado para no dejes
que ellos ocupen el primer lugar en nuestras vidas disfrutándolos más
de lo que disfrutamos al Señor!
¿Qué escala de valores tienes tú? ¿Buscas el Reino de
Dios primeramente y por encima de todo? ¿Ganas almas y promueves
el Evangelio? O, ¿contribuyes con tu trabajo a facilitar ayuda económica o de
otro tipo, casas, oportunidades, o protección de las autoridades para que otros
puedan hacerlo? "¡Sólo hay una vida, pronto pasará! ¡Sólo lo
hecho por Cristo perdurará!" ¿Qué estás haciendo tú?
¿Para quién? ¿Durará para siempre? ¡Jesús viene pronto! ¡Esta
es tu última oportunidad, mañana ya no la tendrás!
¡Deja que Jesús sea tu primer Amor
y mantenlo siempre en ese lugar! ¡Nunca saldrás perdiendo si buscas
primeramente el Reino!
Oración para hoy: Te escucho
Gracias por darme hoy un nuevo comenzar.
Lo más importante que quiero hacer en este día es compartirlo contigo. Antes
que nada, deseo sentarme a Tus pies y escuchar lo que quieras decirme. Si
tienes algo para mí, aquí estoy, Señor. Te presto toda mi atención. Si tienes
instrucciones, sugerencias, indicaciones, palabras de sabiduría —tal vez
algunos consejos prácticos que puedan ayudarme a lo largo del día— o tiernas
palabras de amor, aquí estoy. Te escucho.
Gracias por esta bendición. Gracias por
este lugar tan preciado —este santuario de quietud y confianza, aquí, a Tus
pies— en el que puedo dedicarte toda mi atención. Pero eso no es todo: Tú
también me entregas toda tu atención.
Elizabeth, con nuestra amiga Lucia de
Colombia, quien apoya nuestro trabajo y a quien asesoramos espiritualmente y es lectora de nuestra Revista Conéctate.
Y tú, ¿ya te conectaste?
¡Con mucho amor y oraciones!
Hugo y Elizabeth
Ministerio Luz Celestial, San José – Costa Rica
Teléfonos: (506) 88539162
E-mail: mluzcelestial@gmail.com
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