Translate

domingo, 27 de abril de 2014

Prioridades

Por Maria Fontaine


Si supieras que hoy sería el último día de tu vida, ¿cuánto tiempo dedicarías a cosas que no significan nada en el contexto de la eternidad? Los minutos se tornarían sumamente valiosos, por lo que optarías por emplearlos en lo que es más importante para ti. Las cosas del mundo te parecerían vanas, te resultarían casi ofensivas. Desearías manifestar amor a quienes quieres más entrañablemente y te asegurarías de que supieran cuánto significan para ti. Te dedicarías a subsanar todo lo que hiciste mal y a reconciliarte con quienes has tenido alguna diferencia. 
Si alguna vez has visto la muerte cara a cara o has convivido con un ser querido que padecía una enfermedad letal y te diste cuenta de cómo cambió por completo su orden de prioridades, ya me entiendes. En esos momentos, todo se vuelve sumamente claro. Lo único que reviste importancia es el amor.
Tanto en los buenos tiempos como en las temporadas difíciles, la felicidad y la alegría que Jesús puede darnos no tienen punto de comparación con lo que el mundo nos ofrece. Él nos da contentamiento, paz, amor, satisfacción, conocimiento, verdad... Él mundo no tiene forma de competir con Él en esos aspectos. Se requiere cierta disciplina mental y física para aprender a valorar esas cosas más que los placeres fugaces del mundo. Se trata de satisfacer el corazón y la mente más que los cinco sentidos. En última instancia, eso es lo único que el mundo puede darnos: una satisfacción temporal por medio de la vista, el oído, el olfato, el paladar y el tacto. Más allá de eso, no hay nada en el mundo que pueda satisfacer las ansias del alma. Solo Jesús puede. Él es la solución. Pero mientras sigamos procurando que las cosas de este mundo nos satisfagan y nos hagan felices, no encontraremos la verdad (1 Juan 2:15-17).

Nuestra alma recibe de Dios su personalidad. Fue concebida para que Él la llenara. El peligro al que nos enfrentamos todos es el de llenar nuestra alma de mezquinas ambiciones y de nuestra miope concepción de lo que es sentirnos realizados, sin dejar espacio para la obra que debe realizarse en nosotros.—William Kirk Kilpatrick



De Jesús con cariño:
Cómo sacarle el máximo provecho a la vida

Es lamentable que tantas personas se contenten con vegetar. Claro que es posible que estén muy ocupadas manteniéndose a flote o esforzándose por salir adelante, y que empleen todos sus ratos libres en actividades que esperan que les resulten agradables. Pero, ¿a qué conducen tales actividades? ¿En qué momento viven de verdad?
El secreto para sacarle el máximo provecho a la existencia es vivir en estrecha relación conmigo y con Mi Palabra. 
Con eso no quiero decir que debas recluirte y dedicarte exclusivamente al estudio y la meditación; me refiero a que procures incluirme en tus actividades cotidianas y aplicar Mi Palabra a lo que sea que hagas. Si aprendes eso, tu vida cobrará renovado sentido y profundidad. Además de sentir más felicidad y satisfacción, si reflejas Mi amor y la luz de Mi Palabra en todo lo que hagas, iluminarás a quienes te rodean.
Empieza cultivando el hábito de tomarte unos momentos de quietud al comienzo del día para orar y leer Mi Palabra. Luego toma lo que te haya enseñado en el aula y aplícalo a lo largo de la jornada. Si no sabes cómo, haz una pequeña oración, y Yo te lo indicaré. Ya sea que estés en el trabajo, haciendo diligencias o relajándote con tu familia y amigos, Yo puedo convertirte en una bendición mayor para los demás y encima bendecirte a ti también.
Si me dejas que te ayude a dedicar más tiempo a lo más importante y gratificador de todo lo que he creado —las personas—, tu vida se enriquecerá y cobrará más sentido. Hasta disfrutarás más de las actividades de todos los días, como leer el periódico o ver una película o un programa de televisión. Pídeme simplemente que te indique lo que Yo pienso del asunto. Te sorprenderá todo lo que sé y todo lo que puedo ofrecerte.



Oración para hoy:
Disipas mis preocupaciones
Jesús, a veces soy presa de la ansiedad y la preocupación; pero cuando te encomiendo mis problemas, Tú siempre los resuelves. Y por lo general empiezas por recordarme que eres dueño de la situación, que estás para ayudarme y que no hay nada que no puedas resolver. Lo tomas todo con mucha serenidad y encaras cada problema tan positivamente que mis inquietudes y temores se desvanecen. Los sustituyes por fe y confianza en Ti, y eso supone una diferencia enorme.
Una vez más necesito Tu ayuda. Te entrego mis preocupaciones más recientes, a cambio de Tu perfecta paz. ¡Gracias, Jesús!



Elizabeth con nuestra amiga Karla, gerente de un restaurante que recibe estudio bíblicos.


No se pierda el último número de la  Revista Conéctate: Y tú, ¿ya te conectaste?


¡Con mucho amor y oraciones!
Hugo y Elizabeth
Ministerio Luz Celestial, San José – Costa Rica

No hay comentarios:

Publicar un comentario