Translate

martes, 5 de agosto de 2014

Primero vienen la fe y la obediencia; luego Dios responde.

En la Palabra hay cantidad de casos en que Dios, antes de responder la oración de una persona, le pidió que hiciera algo. A Moisés le dijo que si golpeaba la piedra, Él haría brotar el agua (Éxodo 17:6). Antes de devolverle la vida a Lázaro, Jesús ordenó a los dolientes que quitaran la piedra que tapaba la entrada de la tumba; luego lo resucitó (Juan 11:39). A un ciego le encargó que fuera a lavarse al estanque de Siloé (Juan 9:1-7), y a diez leprosos que fueran a mostrarse a los sacerdotes (Lucas 17:12-14). Esas personas manifestaron su fe mediante su obediencia, y después Dios hizo el milagro.

      «Por fe andamos, no por vista» (2 Corintios 5:7). A Dios le gusta poner a prueba nuestra fe. Le gusta ver cuánto creemos en realidad y a menudo no responde a nuestras oraciones ni nos deja ver hacia dónde nos está conduciendo hasta que hacemos lo que nos ha dicho o indicado. Muchas veces tenemos que lanzarnos por fe, aunque no veamos dónde vamos a poner el pie. Para obtener Sus bendiciones, tenemos que dar un primer paso de fe. Luego, si ésa era Su voluntad, ¡Él hace por nosotros lo humanamente imposible! Paso a paso, a medida que lo vamos siguiendo, Él nos guía, nos orienta y premia nuestra fe respondiendo a cada vez más oraciones.




Oración para hoy:

¡Nuevo comenzar!
Gracias por darme hoy un nuevo comenzar. Lo más importante que quiero hacer en este día es compartirlo contigo. Antes que nada, deseo sentarme a Tus pies y escuchar lo que quieras decirme. Si tienes algo para mí, aquí estoy, Señor. Te presto toda mi atención. Si tienes instrucciones, sugerencias, indicaciones, palabras de sabiduría —tal vez algunos consejos prácticos que puedan ayudarme a lo largo del día— o tiernas palabras de amor, aquí estoy. Te escucho.
Este es mi rato predilecto de cada día, estos instantes en la mañana en que hago a un lado los afanes de la vida a fin de escucharte y hallar las fuerzas que necesito para enfrentar la jornada. Te agradezco estos momentos. Sin ellos, no lograría salir adelante. Mis fuerzas radican en que sé que puedo sentarme aquí y escuchar Tu voz tranquilizadora.
Gracias por esta bendición. Gracias por este lugar tan preciado —este santuario de quietud y confianza, aquí, a Tus pies— en el que puedo dedicarte toda mi atención. Pero eso no es todo: Tú también me entregas toda tu atención. Gracias, amado Jesús, por susurrarme al oído Tus instrucciones para hoy. Te quiero. Gracias por este nuevo día.



Visite el RINCÓN DE LOS DIRECTORES con el artículo:
Por María Fontaine

Independientemente de lo terrible, amenazadora, irreversible o sin esperanza que parezca una situación, cuando se enfrenta un revés o incluso en un caso en que la vida corra peligro, el hecho de que no dejes de confiar en Jesús y te niegues a soltar esa confianza constante demuestra que tienes una gran fe. Tu fe es lo que complace al Señor.
La fe no es acerca de ti ni de que recibas lo que a tu juicio es lo mejor. La fe tiene que ver con Jesús y con lo que Él sabe que es mejor para ti y para otros.
La fe es la certeza de lo que se espera. No esperaríamos algo si ya lo tuviéramos en las manos. La fe es la prueba de lo que no se ve. No necesitaríamos una prueba de que algo es real si pudiéramos verlo claramente…leer mas



Hugo con nuestro amigo Sr. Miguel, en Rio Frio, Sarapiquí con quien compartí la Palabra de Dios.

No se pierda el último número de la  Revista Conéctate: Y tú, ¿ya te conectaste?


¡Con mucho amor y oraciones!
Hugo y Elizabeth
Ministerio Luz Celestial, San José – Costa Rica

No hay comentarios:

Publicar un comentario