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viernes, 30 de agosto de 2013

¡SOMETEOS PUES A DIOS! (Santiago 4:7)

Por David Brant Berg
«¡Observa esos diamantes de polvo! ¡No se esfuerzan por chispear y brillar! ¡Simplemente dejan que la luz brille a través de ellos! No se afanan por brillar o moverse. ¡No tratan de llegar a ninguna parte; no tienen prisa! Se limitan a flotar tranquilamente en el aire de Dios, y sólo se agitan cuando Él hace estallar una tormenta. ¡Y aun así, cuando todo se vuelve a serenar, retornan a su sitio!»
«¡Giran y dan volteretas totalmente rendidos al aliento de Su Espíritu, sin ninguna voluntad propia! ¡Simplemente flotan en el aire de Dios, dando volteretas, girando, centelleando, brillando y regocijándose de la forma más hermosa!» Diamantes de polvo.
Esta carta tan sencilla nos enseña por qué debemos someternos al Señor: «¡La luz en sí es invisible! ¡Solamente se puede apreciar  reflejada en todos esos pequeños diamantes de polvo! ¡La gente solamente  puede ver a Dios tal como lo reflejamos nosotros, como pequeños diamantes de polvo! Tiene que mirarnos para ver a Dios reflejado en nosotros. ¡La luz de Dios no se ve a menos que la reflejes!  Por eso, “así brille tu luz delante de los hombres, para que vean tus buenas obras, y glorifiquen a tu Padre que está en los Cielos!” (Mat. 5:16) Si no estuviera el polvo, no se podría ver la luz; y si no hubiera luz, ¡no se podría ver el polvo! ¡Hacen falta las dos cosas!»
La carta explica luego con cierto tono de tristeza: «Puede que nunca vuelvas a ver a ese pequeño diamante de polvo, ya que algunos que son impulsados hacia la luz, no brillan sino por un momento y vuelven a desvanecerse en la oscuridad. ¡Sólo tienen su momento de verdad!» Enseguida viene un pensamiento que nos da aliento y esperanza: «¡Claro que si pudiera permanecer en la Luz del Señor, su vida centellearía hasta el fin, así como una vela da luz a toda la casa hasta que se acaba! ¡Cuanto más tiempo permanezca esa pequeña mota de polvo en la luz, más tiempo brillará y más seguirá siendo un diamante!» De eso precisamente trata esta lección: ¡de cómo permanecer en la Luz del Señor para seguir siendo una de Sus joyas, un instrumento útil y dócil en Sus manos, del cual pueda servirse plenamente para realizar Su plan y Su objetivo!
Dios tiene un lugar muy especial para cada uno de nosotros en su Reino. ¡Te tiene preparada una tarea especial, una misión única que nadie más que puede cumplir! Sin embargo, no hay sino una manera de averiguar siquiera cuál es la voluntad de  Dios  para  tu vida --sin hablar ya de cumplirla--, ¡y es sometiéndote verdaderamente a Él! ¡Sólo entonces podrás dejar que «tu polvo se convierta en diamantes que exhiben la belleza de Dios», y transmitir así la maravillosa Vida, Amor y Luz del Señor a tanta gente como puedas!
Al fin y al cabo, para eso tiene el Señor a Sus hijos en este mundo: ¡para que testifiquen a otras personas a fin de que también ellas encuentren el Amor y la Salvación celestiales que nosotros hemos hallado en Jesús! Y lo maravilloso del caso es que nosotros no tenemos que testificar o hacer la obra del Señor con nuestras propias fuerzas. La verdad es que si lo hiciéramos, ¡menudo enredo armaríamos! ¡Basta simplemente con que nos rindamos a Él, con que «nos despreocupemos y se lo dejemos todo a Dios», y Él obrará entonces a través nuestro!
¡Es preciso que la gente vea a Jesús manifestado en ti! Pero si sales a relucir demasiado en tu testificación, la gente seguirá su rumbo por pensar que lo que dices es una pérdida de tiempo, que en nada se diferencia de lo que predica todo el resto del mundo. Es fácil, pues, darse cuenta de lo importante que es tu entrega al Señor, ¡tanto para tu propio bien como para el bien de las almas perdidas y de Dios! Por eso no es «con (tu) fuerza, ni con (tu) poder, ¡sino con Mi Espíritu, dice el Señor! Porque tenemos este tesoro (el Señor y Su Amor) en vasos de barro (de carne), ¡para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros!» (Zac.4:6; 2Cor.4:7)
Jesús hasta llegó a decir de la labor que hacemos por Él: «Mi yugo es fácil, y ligera mi carga» (Mat. 11:30). Total que jamás tenemos que preocuparnos de que estamos demasiado recargados o arrastrando demasiado peso. ¡Lo que debemos aprender es simplemente a someternos a Jesús y dejar que Él haga el trabajo a través de nosotros! ¡Porque separados de Él, no somos nada, y por nosotros mismos nada podemos hacer! Mas conforme «echamos nuestras cargas sobre Él», «¡todo lo podremos en Cristo!» ¡Aleluya! (Juan 5:30; 15:5; 1Pe.5:7; Fil.4:13)
 Jesús dice: «Permaneced en Mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en Mí. Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en Mí, y Yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de Mí nada podéis hacer» (Juan 15:4,5). Este siempre ha sido uno de mis pasajes favoritos, pues sabía que yo no era nada y que sin el Señor, nada podía hacer; pero que si tan solo permanecía en Él, ¡Él llevaría el fruto, el Señor podía hacerlo! ¡Alabado sea el Señor!
 «¡NO SE HAGA MI VOLUNTAD, SINO LA TUYA!»
¡Para llegar a averiguar cual es la voluntad de Dios para nuestra vida, es preciso que nos sometamos completamente a Él! Jesús nos dio el mejor ejemplo de sumisión cuando se arrodilló en el huerto de Getsemaní y, sabiendo que en poco tiempo habría de sufrir la cruel y horrible muerte en la cruz, oró: «No se haga Mi voluntad, ¡sino la Tuya!» (Mat.26:39) A menos que nos subyuguemos al Señor y estemos dispuestos a entregar nuestras vidas por Él, ni siquiera podremos descubrir cuál es Su voluntad. La sumisión es el primer paso. Y si nos mostramos reacios a dar ese primer paso de someternos a Él, ¡no podremos dar ninguno de los otros pasos, y no lograremos lo que Dios quiere que logremos!
La Palabra de Dios dice: «Hermanos, os ruego que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro servicio razonable. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis --o sepáis-- cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta» (Rom.12:1,2). ¡Está visto, pues, que el primer requisito para hallar la voluntad de Dios es carecer de voluntad propia! ¡Hay que abandonarse por completo a El, entregándole tu mente, tu cuerpo y tu propia voluntad! ¡Y entonces la descubrirás! Como dijo alguien: «¡El principio fundamental para conocer la voluntad de Dios es estar preparado para cumplirla aun antes de saber cuál es!»
Si eres cristiano, si eres salvo y tienes a Jesús en tu corazón, ¡es importante que comprendas y seas consciente de que tú no eres tuyo! Jesús te compró y pagó por ti y por tu salvación con Su  propia sangre, ¡y no puedes hacer lo que te plazca! (1Pe.1:18,19) No te perteneces, ¡sino que perteneces al Señor y a la Obra de Dios! «¿No sabéis que no sois vuestros? Pues habéis sido comprados por precio; ¡glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios! (1Cor.6:19-20)
Si de veras crees en la Biblia, que Jesús derramó Su sangre y murió ti en la cruz para salvarte del infierno y otorgarte vida eterna celestial, ¡deberías ofrecerte a hacer cualquier cosa por Él y sufrir cualquier cosa en simple señal de gratitud por tu salvación! ¿Amén? ¡Tu vida pertenece a Jesús! Si Él te compró y pagó por ti, ¿cómo no vas a entregárselo todo y rendir tu voluntad a la Suya?
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Me recuerda lo que le dijo un desconocido maestro de catequesis de Boston a un jovencito pobre que vendía zapatos y había recibido al Señor con él. Le dijo: «Dwight L. Moody, ¡es ilimitado lo que Dios puede hacer con un hombre sumiso y dispuesto a hacer Su voluntad!» Moody lo miró fijamente a los ojos y contestó: ¡Por la gracia de Dios, estoy resuelto a ser ese hombre!» ¡Y lo fue! Poco después se mudó a Chicago donde empezó a predicar el Evangelio y a testificar a otras personas. ¡Tanto le emocionó que otras personas recibieran a Jesús con él, que dejó de vender zapatos y empezó a servir al Señor de lleno! ¡Con el tiempo se convirtió en uno de los más grandes evangelizadores del mundo, y llegó a ganar decenas de miles de almas eternas!
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Me viene a la memoria la historia de Huddersfield*: Había un acaudalado terrateniente que deseaba comprar todo un pueblo. Por fin adquirió todos los lotes y terrenos... mejor dicho, ¡todos menos una parcelita! ¡Pues resulta que había un campesino testarudo que se negó tajantemente a vender su pequeño lote de tierra, y nada lo hacía cambiar de parecer! El hacendado hasta llegó a ofrecerle mucho más dinero del que valía en realidad la parcelita; ¡pero el viejo campesino, muy encariñado con su terrenito, se negó en redondo a venderlo! El hacendado por fin se dio por vencido, pero se confortó diciendo: «¡Bah, qué importa! ¡Si no es más que una parcelita! Como he adquirido todos los demás terrenos, ¡Huddersfield es mío! ¡Me pertenece!» Por casualidad, el viejo campesino testarudo lo oyó y le recordó: «¡Nada de eso! ¡Ambos somos dueños de Huddersfield! ¡Nos pertenece a los dos
No permitas que el Diablo le diga a Dios eso de ti: «¡Ajá! ¡Mira, Dios! ¡Este lo ha entregado todo menos esta cosita! Así, aunque mayormente te pertenece a Ti, ¡una partecita todavía me pertenece a !» Para «vencer al maligno», y tener «la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento», es necesario que se lo encomiendes todo al Señor. Entonces, cuando tu voluntad esté en perfecta armonía con la voluntad divina, ¡estarás a salvo bajo la sombra de Sus alas, y Él te bendecirá con completa paz y reposo celestial! (1Jn.2:14; Fil.4:7; Sal.91) Como dice un hermoso himno antiguo:
«Anhelaste tener
más reposo y más fe,
y has rezado con todo fervor;
pero sólo obtendrás bendiciones y paz
si te entregas entero al Señor.
¿Ya has puesto tu corazón sobre el altar?
¿Su Espíritu guía tu ser?
¡Hallarás bendición,
esa paz y esa unión,
si es que todo lo entregas a Él!»
¡Así que sométete a Dios hoy mismo! ¡Ofrece tu vida en Su altar de sacrificio, pídele que la tome y la emplee para Su gloria, ¡y Él lo hará, tanto como se lo permitas! «¡Es ilimitado!» ¡Eres hijo Suyo, y Él te ama y siempre hará todo lo posible para que seas útil y estés contento sirviendo por amor a los demás en nombre Suyo, a fin de que les lleves la misma vida y la misma felicidad que has hallado en Jesús! ¡Haz todo lo posible por Jesús sometiéndote hoy mismo a Él! ¿Amén? ¡Dios te bendiga!



SUMISIÓN Y OBEDIENCIA
Jn.3:30  Es necesario que Él crezca, pero que yo mengüe.
Rom.12:1 Hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro servicio razonable.
Luc.22:42 Padre, si quieres, pasa de Mí esta copa; pero no se haga Mi voluntad, sino la Tuya.
Ro
m.6:13a Ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios.
Stg.1:22 Sed hacedores de la Palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos.
Jn.13:17 Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las hiciereis.
Jn.15:14 Vosotros sois Mis amigos, si hacéis lo que Yo os mando.
1Sam.15:22,23a ¿Se complace el Señor tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las Palabras del Señor? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros.
Porque como pecado de adivinación es la rebelión, y como ídolos e idolatría la obstinación.
Stg.4:17 Al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado.
Jn.14:15 Si me amáis, guardad Mis mandamientos.



Nathan y Esther, orando con la señora y dejando Su luz brillar.

¡Con mucho amor y oraciones!
Hugo y Elizabeth
Ministerio Luz Celestial, San José – Costa Rica
Teléfonos: (506) 88539162

martes, 27 de agosto de 2013

Complejos de inferioridad

Por Arline Westmeier de su libro "Sanidad del alma herida"
Todos nosotros tenemos complejos. Ellos son el producto de no haber recibido amor, perdón, protección o alabanza de una forma adecuada. Muchos tenemos complejos de inferioridad muy agudos. El complejo de inferioridad podríamos decir que es como un termómetro.
Grado de superioridad
+5
+4
+3
+2
+ 1
----O CRISTO
-1
-2
- 3 Nosotros
-4
-5
Grado de inferioridad
En la historia ha habido solamente una persona completamente equilibrada. Él no se sintió inferior ni superior. Estaba en el punto cero del termómetro. Cristo fue la única persona en este mundo que pudo Vivir en este punto. En Juan 8:14 dijo: "Yo sé de dónde he venido, yo sé a dónde voy". Él era Dios, pero no se sentía superior. Fue clavado en la cruz, pero no se sintió inferior. Pudo enfrentarse con reyes, pero no se sintió tan superior que no quisiera hablar con la mujer de la calle. Nosotros nunca podremos llegar al grado a que Él llegó. Pero esa debe ser nuestra meta. Nosotros siempre nos encontramos debajo de la línea cero; siempre nos sentimos inferiores a otras personas en algún grado. Si tenemos sentimientos de inferioridad de dos grados en el termómetro, tenemos que compensar esa deficiencia haciendo cosas que nos hagan sentir en dos grados superiores a los demás; de 10 contrario vamos al suicidio, no podemos vivir con esa descompensación. Por eso, tenemos que comportarnos en una forma de superioridad de dos grados. Si sentimos una inferioridad de cuatro grados, tenemos que llenarlos con una actitud de superioridad de cuatro grados, o no podríamos aguantar la deficiencia.
¿Cómo nos comportamos cuando tenemos sentimientos de inferioridad? ¿Cuáles son los mecanismos que usamos para defendernos de la descompensación? Los siguientes síntomas nos dan unas pautas:
AISLARSE
Recuerdo a Norma en el seminario. Nunca quería tener amistad con ninguna de las compañeras de estudio, pues decía: "Es que siempre me meten en problemas". Según Norma, ella no tenía problemas, eran las otras las que los tenían. Esto era el resultado de su complejo de inferioridad, pues se sentía demasiado inferior para tener compañerismo y por eso se aisló, digamos, a un tercer grado. Llenó estos tres grados con "no tener problemas con nadie", lo cual le dio un sentido de valor.
TRATAR DE LLAMAR LA ATENCION
Muchas veces queremos ser el centro de atención. Mientras todo gira a nuestro alrededor, sentimos que al menos tenemos algo de valor. Es por eso que tratamos de llamar la atención.
Pablo me dijo una vez: "¡Yo soy profesional! ¡Tanto como usted es profesional, así, también soy yo!" Él tenía sentimientos de inferioridad muy agudos; a pesar de eso, él había logrado obtener un título universitario y con eso trató de obtener valor ante los demás. Así compensó su complejo de inferioridad con su carrera.
SENTIRSE DEMASIADO SUSCEPTIBLE
El que se siente inferior es demasiado susceptible; no resiste la crítica; mira a todo el mundo como si fuera superior a él. Cuando lo critican se siente aún más inferior; no puede aceptar la crítica.
También puede suceder que no acepta el halago. Pablo, el joven profesional, rechazaba toda clase de elogios. Un día le dije que yo valoraba algo que él había hecho. Me contestó: "No me diga eso, pues yo no soy amigo de las personas que me elogian. Yo quiero que me digan lo que está mal en mí",
Pablo decía eso porque él mismo se daba cuenta de que había algo que marchaba mal en él. Pensaba que el rechazar los halagos le hacía ganar valor, porque por lo menos tenía la capacidad de darse cuenta de que tenía problemas. No podía, por lo tanto, recibir tales halagos.
La persona con sentimientos de inferioridad busca recibir halagos todo el tiempo o los rechaza completamente. Cristo podía recibir halagos o críticas sin sentirse inferior, porque Él sabía quién era y a dónde iba; no tenía ningún sentimiento de inferioridad, o de superioridad.
SER DEMASIADO POSESIVO
El que se siente inferior tiende a ser demasiado posesivo. Se le oye decir: "Esas son mis cosas. Que nadie me las toque". "Es mi amiga".
En este sentido, el comportamiento de las jóvenes de una iglesia me llamó la atención. Unas se sentían inferiores e inseguras. Si al llegar a la iglesia el domingo, descubrían que su mejor amiga entablaba relación con cualquier otra persona, este hecho era suficiente para motivarle a no continuar asistiendo a tal iglesia.
Decían: "Ella me quitó mi mejor amiga". Sentían que si tenían una amiga especial, tenían valor, pero lo perdían si alguien también tenía amistad con esta persona. Las jóvenes suplían su inferioridad con amigas especiales.
BUSCAR EL PERFECCIONISMO
Hay personas que "tienen que" hacer todo perfecto. Si no lo hacen así se sienten sin valor. Si no pueden alcanzar el 100% de perfección, sienten que ya no valen nada. Si tienen cinco grados de inferioridad, los tienen que compensar con cinco grados de perfeccionismo. Otras personas que tienen a penas un grado de inferioridad, puedan tolerar cometer algunos errores, sin descompensarse.
Gloria (quien creyó que nosotros éramos sus padres) al visitarnos para tomar un café, tenía que dejar cada taza en su lugar antes de salir de nuestra casa. Sentía que solamente de esta manera ella valía algo.
CRITICAR A OTROS
Los que se sienten inferiores critican demasiado a los demás. Dicen: "Él no sabe nada. Mire lo que ha hecho. ¿Cómo puede ser tan bobo para hacer eso"? Si alguien se siente inferior a otra persona pero ve que aún es capaz de notar las faltas de los demás, siente que por lo menos vale un poco.
De otro lado, cuando esta persona pasa cerca de un grupo y oye que están hablando en voz baja, lo primero que piensa es: "Están hablando mal de mí". Nunca se le ocurre pensar que ellas podrían estar planeando celebrar su cumpleaños. Está seguro de que siempre están hablando mal de él.
PROYECTARSE
Ello ocurre cuando vemos en otras personas lo que no nos gusta de nosotros mismos o tememos que existe en nosotros. Decimos: "Mira cuán orgulloso es él". ¿Tememos quizá ser orgullosos?
En una de mis clases de sicología pedí a los alumnos que escribieran algo referente a aquello que más les molestaba de ellos mismos. Todos, menos uno, hicieron el trabajo más o menos como debían. Sin embargo, uno de ellos me escribió: "Lo que más me molesta es que no encuentro ninguna persona espiritual en ninguna parte. El pastor de nuestra iglesia no es espiritual. En mi iglesia no hay nadie que sea espiritual. Pensé que al llegar al seminario iba a encontrar profesores muy espirituales, y estudiantes preparándose para el ministerio, también muy espirituales. Cuán grande fue mi sorpresa al llegar aquí y no encontrar ninguna persona espiritual. Ni los profesores, ni los estudiantes son espirituales; aquí no hay una sola persona que sea espiritual".
Yo lo llamé a mi oficina y le pregunté si sería que él no, se sentía espiritual. Agachó la cabeza y respondió que así era. Me comentó que cuando él tenía ocho años le tocó dormir en la misma cama con una prima. No hizo nada, pero tuvo malos pensamientos y siempre sentía que por haberlos tenido no valía nada. ¿Cómo podía entonces ser una persona espiritual habiendo tenido esa clase de pensamientos?
Oramos por aquellos pensamientos y los echamos sobre Cristo. De repente, la gente alrededor de él parecía más espiritual, Su concepto acerca de la espiritualidad de sus profesores, sus compañeros y aun de sí mismo cambió radicalmente a partir de entonces.
Nosotros vemos en los demás lo que tememos que hay en nosotros. Si sentimos o tememos que existe un defecto de segundo grado en nosotros, vemos en los demás una deficiencia de las mismas proporciones, lo cual nos permite establecer el equilibrio entre ellos y nosotros.
TRATAR DE COMPENSAR
El que siente que no vale nada tiene que compensar su insuficiencia en alguna forma. Siempre me interesaba observar a los estudiantes cuando llegaban al seminario. Estaban fuera de su propio ambiente, se encontraban en un ambiente nuevo y desconocido, los muros de protección que antes tenían a su alrededor habían desaparecido; se sentían como desnudos, ninguno de ellos sabía exactamente cómo comportarse. En esta situación, cada uno compensaba su deficiencia a su propia manera.
Había un joven de estatura baja que caminaba dando pasos muy fuertes, de manera que sonaran sus pisadas como si fuera un hombre muy alto y de pisadas muy fuertes. Siempre molestaba a nuestra pequeña perra y se acercaba a las jóvenes, asustándolas para hacerlas gritar.
Un día le pregunté: "¿Por qué molestas a los animales pequeños y a las chicas? ¿Por qué no molestas a un joven que sea de tu misma estatura o más grande? ¿Es que te sientes más hombre cuando haces gritar a las chicas?"
"No, no -dijo él-, no es eso. Es solamente que me gusta oírlas chillar".
Este joven tenía un sentimiento de inferioridad muy grave y quería compensar su estatura molestando a las jovencitas y a los animales pequeños. Cuando buscamos compensar nuestros sentimientos de inferioridad, nunca chocamos con otras personas que sean de nuestra misma estatura, o que parezcan un poco más grandes o fuertes, porque ellas nos hacen sentir aún más bajos. Siempre hacemos algo para sentirnos más importantes.

¿En qué basas tu sentido de valor? ¿En ser perfeccionista? ¿En ver que los que están a tu alrededor son peores que tú? Hay sólo una fuente de donde debe venir aquello que realmente te da valor. Tú has sido hecho a imagen de Dios; solamente esto nos da valor y nos hace libres de sentimientos de inferioridad, no aquello que hayamos hecho en nuestras propias capacidades.
Cuando poseemos falsos sentimientos acerca de lo que somos, lo único que nos libra de ellos es decir la verdad. La Biblia dice: "Conoceréis la verdad y la verdad os hará libres" (Juan 8:32). Si nosotros decimos la verdad en cuanto a lo que creemos que somos o lo que hemos hecho, Cristo lo lleva en la cruz y quedamos libres. No tenemos nada que esconder. Si piensas que no vales nada, di: "Señor, siento que no valgo nada. Toma estos sentimientos, los echo todos sobre ti".
No tenemos que aparentar que todo está andando bien en nosotros si hay algo que no lo está. Tal vez tu madre no te amaba, o tal vez no era capaz de expresarte amor. Decir eso no es culpar a nuestros padres. Al fin al cabo, nuestros padres fueron víctimas de las heridas que les causaron sus propios padres y aquellos de las heridas que les causaron los padres de ellos y así sucesivamente.
Más aún, si nosotros no reconocemos la verdad en cuanto a nuestras heridas y no las llevamos a Cristo para ser sanados, vamos a herir a nuestros hijos de la misma manera. No podemos actuar de otra forma, porque sencillamente no podemos ser aquello que no somos.
Ahora toma un papel y haz una lista de todo aquello que recuerdas del pasado que te haya causado dolor. ¿Cómo eran tus padres? ¿Qué te decían? No escribas lo que tú crees que tus padres pensaban de la situación sino aquello que tu sentías. ¿Cuáles eran tus sentimientos cuando te decían que no servías para nada? ¿Qué sentías cuando te comparaban con otra persona, tal vez con tu hermano, cuando interiormente sabías que él tampoco servía para nada? ¿Te castigaron injustamente y tuviste que callar? ¿Qué sentiste en ese momento? O tal vez tus padres te elogiaban tanto que nunca aceptaron que te equivocaras, mientras que tú sabías que jamás podrías llegar a la meta que ellos te habían impuesto. Tienes que ser sincero con DIOS y contigo mismo al hacer este balance recuerda decir la verdad porque sólo "la verdad os hará libres"


Para los que están interesados en este tema de la "Sanidad del alma herida", pueden bajar el libro en pdf aquí.



Nathan y Esther, compartiendo el amor de Dios a través de canciones.
Hugo, después de una clase de la biblia en la casa de nuestra amiga Elizabeth.

¡Con mucho amor y oraciones!
Hugo y Elizabeth
Ministerio Luz Celestial, San José – Costa Rica
Teléfonos: (506) 88539162

viernes, 23 de agosto de 2013

¡Cualquiera puede encontrar amor si da amor!

¡Si demuestras verdadero amor por la gente no te costará trabajo ganar amigos, porque el amor engendra amor! Cuando sinceramente te interesas por los demás y les demuestras amor, ellos se interesan por ti y te demuestran amor a ti también. Cuando siembras amor, recoges amor. Cuando siembras amistad, recoges amistad. Si das mucho amor, siempre te corresponderán con mucho amor: ¡es algo mutuo! (Gál.6:7)
¡El amor no puede fracasar! Adonde sea que lo dirijas, siempre se te devolverá en gran medida. No se puede dar sin obtener, no puedes otorgar sin que se te otorgue, y cuanto más des, ¡más recibirás! ¡Se multiplica y aumenta como los peces y los panes, la vasija de aceite y la tinaja de harina! (Mat.15:32-38; 1Re.17:10-16)
Hay a tu alrededor muchas otras personas que, igual que tú, viven solitarias y ansiosas de amor; ¡y a la espera de que des el primer paso! Por eso, ¡ama a alguien hoy! Da ese paso de fe y procura hacer feliz a alguien. ¡Descubrirás las maravillas que hace el amor! Descubrirás todo un mundo nuevo de amor que sólo en sueños habías presentido. En el amor hay maravillas que puedes disfrutar junto a otra alma solitaria, si simplemente lo intentas. Si das amor, ¡amor recibirás!



El amor
Qué consuelo... ese consuelo inexpresable de sentirse seguro junto a una persona; sin tener que sopesar los pensamientos ni medir las palabras, y desahogarlo todo, grano y hojarasca juntos, tal como venga, sabiendo que una mano fiel lo pasará todo por el tamiz y luego guardará lo que valga la pena guardar, y con el aliento de la bondad, borrará el resto.
Una sonrisa de aliento en el momento preciso, puede llegar a actuar como rayos de sol para una flor cerrada: tal vez llegue justo en el momento decisivo de una vida que se esfuerza para salir adelante.
Durante los últimos doce años de mi pastorado, hacíamos un servicio especial en la mañana, al que los niños asistían con sus padres. Justo antes del sermón marchaban a sus salones de clase, mientras cantaban un himno de fin de oficio. Marchaban por delante del púlpito.
Para mí, una de las satisfacciones más grandes era el privilegio de recibir y devolver una sonrisa a cada niño. Siempre me esforzaba por no perderme ninguna, pero un día por lo visto se me pasó una. Una niñita de cabello crespo, de unos cuatro años, salió corriendo de la procesión y se echó en los brazos de su madre, llorando como si alguien la hubiera herido profundamente.
Al finalizar el servicio fui a buscar a su madre. Me dijo que cuando consiguió calmar a la niña le preguntó por qué lloraba, y recibió una respuesta muy conmovedora: "Le sonreí a Dios, ¡pero El no me sonrió a mí!" Para ella, yo era como Dios. Al no sonreírle, todo su mundo se oscureció.
Una noche, mientras Moody dirigía el canto y el Sr. Sankey tocaba el órgano, Moody lo miró y le dijo: "Perdón. Acabo de ver llegar a un amigo a la reunión. Hoy le ofendí cuando estábamos en la ciudad, y quisiera que me perdone". Moody bajó del estrado, y el otro hombre se levantó de su asiento y se dirigió por el pasillo a encontrarse con Moody a mitad de camino. Le dijo: "Señor Moody, le perdono de todo corazón".
Moody regresó al estrado y uno de los presentes dijo: "Jamás había estado en una reunión tan maravillosa". Es por eso que Dios podía valerse tanto de Moody. Su conciencia estaba limpia de ofensas a Dios.

Que sea yo un poco más amable
y que cuando otros fallen
sus errores no recalque.
Que alabe yo un poco más.
Que cuando sienta yo fatiga
ponga una cara más amiga.
Que un poquito más me esfuerce
por ayudar a los demás.
Que sea yo un poco más valiente
cuando la duda me tiente;
y que con más ánimo intente
ser lo que debo ser.
Que sea más humilde
con el hermano más débil
y que estime al prójimo
más que a mi propio ser.
Que sea cada día más tierno
y el amor llene mi vida,
que sea fiel a mis deberes
cada instante de cada día.
Que trabaje sin quejarme
si el trabajo no es glorioso,
que acepte yo el llamado
a la hora de mi muerte.

PRO.10:12 El odio despierta rencillas; pero el amor cubrirá todas las faltas.
PRO.25:21 Si el que te aborrece tuviere hambre, dale de comer pan, y si tuviere sed, dale de beber agua; Porque ascuas amontonarás sobre su cabeza, y el Señor te lo pagará.
CANT.8:7 Las muchas aguas no podrán apagar el amor, ni lo ahogarán los ríos. Si diese el hombre todos los bienes de su casa por este amor, de cierto lo menospreciarían.
MAT.5:44,45 Pero Yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir Su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos.
MAT.14:14 Y saliendo Jesús, vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, y sanó a los que de ellos estaban enfermos.
MAT.25:35 Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis.
LUC.6:31-33 Y como queréis que hagan los hombres con vosotros, así también haced vosotros con ellos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores hacen lo mismo.
LUC.10:33 Pero un samaritano, que iba de camino, vino cerca de él, y viéndole, fue movido a misericordia;
1COR.8:1b El conocimiento envanece, pero el amor edifica.
1COR.13:4 El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
1COR.13:8 El amor nunca deja de ser.
1COR.13:13 Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor.
1COR.16:14 Todas vuestras cosas sean hechas con amor.
2JN.1:6a Y este es el amor, que andemos según Sus mandamientos.



Nathan y Esther, orando con unos amigos en La Fortuna de San Carlos.

¡Con mucho amor y oraciones!
Hugo y Elizabeth
Ministerio Luz Celestial, San José – Costa Rica
Teléfono: (506) 88539162