Por Derek Prince, de su libro “Maldición
o bendición”
Para
el observador superficial, la vida humana presenta una confusa mezcla de luz y
sombra, distribuida de modo que no tiene un patrón reconocible, y gobernada por
leyes indescifrables. A través de esta escena dos hombres pueden empezar a
andar uno al lado del otro. Con similares antecedentes y capacidades, encaminados
en la misma dirección. No obstante, uno avanza casi siempre en la luz del éxito
y el logro. En tanto que el otro, muy cerca de él, escasamente ve la luz.
Continuamente lo cubren las sombras del fracaso y la frustración, y su vida se
apaga a muy temprana edad.
Ninguno
de estos hombres comprende las fuerzas que obran en su vida. Las fuentes de luz
y sombra están ocultas para ambos. Probablemente ni siquiera hayan considerado
la posibilidad de que tanto la luz como la sombra podrían tener su origen en
generaciones anteriores.
La
Biblia habla muy claro acerca de estas fuerzas. En realidad, tiene mucho
que decir de ellas. Las llama, respectivamente bendiciones y maldiciones.
Observemos
de cerca, por un momento, al hombre bajo las sombras. Todo lo hace correctamente:
cambia de empleo o de lugar de residencia; adquiere capacidades profesionales
adicionales; estudia toda la más reciente literatura sobre el pensamiento
positivo. Quizás incluso toma un curso de cómo liberar algún
"potencial" misterioso dentro de sí mismo.
Sin
embargo, el éxito lo esquiva. Sus hijos son rebeldes, su matrimonio es una
rutina de tensiones, accidentes y enfermedades. Sus más preciados objetivos se
le escurren como agua por entre los dedos de un hombre que se ahoga. Lo "persigue"
una sensación de fracaso inevitable, que quizás sea capaz de posponer, pero
nunca vencer.
Toda
su vida tiene la sensación de forcejear contra algo que no puede identificar;
algo amorfo y esquivo. Hay momentos en que siente que está luchando contra una sombra. No importa cuánto se esfuerce en la
batalla, no puede precisar la causa de su problema o sujetarlo. A menudo siente
deseos de darse por vencido.
"¿De
qué sirve?", exclama. "¡Nada me sale bien! Mi padre tenía el mismo
problema. ¡Él también fue un fracasado!"
Quien
esté bajo las sombras podría muy bien ser una mujer, por supuesto. Se casó
joven y empezó
con toda
clase de planes para un matrimonio dichoso y un
hogar feliz. Sin embargo, se encuentra en un sube y baja invisible: un día "arriba"
y al otro "abajo". Físicamente va de un problema a otro, siempre al
borde de la salud, sin llegar a alcanzarla nunca. Sus hijos se hacen adictos a
las drogas y entonces su
esposo la abandona. Un día despierta con la espantosa realización de que se ha
convertido en una alcohólica...
Como
el hombre bajo las sombras, esta mujer también hizo las cosas todo lo mejor que
pudo. Estudió libros sobre nutrición y psicología infantil. En su persecución del éxito, se espoleó ella misma yendo de un
esfuerzo a otro; exigiendo cada uno toda la fuerza que podía reunir. No
obstante, miraba a otras mujeres, con motivos o calificaciones menores,
conseguir objetivos que ella misma jamás lograría.
Cuando
mira de cerca a la persona bajo las sombras, quizás pueda ver algo que le
recuerde a usted mismo. Siente que está mirando su propia vida... aunque de
alguna forma desde fuera de usted mismo. Con un estremecimiento empieza a
preguntarse
si
la causa de sus problemas pudiera ser la misma: una maldición que se remonta
a generaciones pasadas.
O
quizás, no se vea a usted mismo, sino a alguien cercano: un cónyuge, o un
miembro de la familia o un amigo querido. A menudo usted ha sufrido por esta
persona y anhelado que le alumbre un rayo de esperanza, pero siempre en vano.
Ahora está frente a la posible explicación de las sombras, una idea nueva para
usted. ¿Pudiera ser realmente una maldición la raíz del problema?
Su
mente retrocede a sucesos y situaciones en su vida o en su familia que jamás
parecieron tener sentido. Trató muchas veces de desecharlos de su mente, pero
nunca lo consiguió por completo. Comprende que necesita saber más. Supongamos
que yo soy quien está bajo una maldición, pudiera decirse usted mismo. ¿Qué
puedo hacer? ¿Cuál será su origen?
Una
maldición se puede comparar con un largo y maligno brazo que se extiende desde
el pasado. Se recarga sobre usted con una tenebrosa y opresiva fuerza que
inhibe la total expresión de su personalidad. Nunca se siente completamente
libre de ser usted mismo. Siente que dentro de usted hay potencialidades que
jamás llega a desarrollar por completo. Siempre espera de usted más de lo que
logra conseguir.
O
puede ser que ese largo brazo maligno tenga el efecto de hacerlo tropezar mientras
camina. El camino adelante parece despejado, pero de vez en cuando tropieza,
sin ver con qué tropezó. Por alguna misteriosa razón, los momentos en que
tropieza son aquellos en que estaba a punto de alcanzar una meta largo tiempo
acariciada. Más la meta se le escapa.
En realidad,
la palabra "misteriosa" pudiera compararse con una luz roja, señal de
peligro. Se enfrenta a sucesos o situaciones para los que usted no encuentra
razones lógicas o naturales. Pareciera que hay alguna fuerza obrando que no está
completamente sujeta a las leyes naturales o de las probabilidades.
Hay
una palabra que resume los efectos de una maldición: frustración. Usted
alcanza un cierto nivel de logros en su vida y todo parece listo para un brillante
futuro. Se ve que tiene todas las aptitudes; y sin embargo, ¡algo sale mal! Así
que empieza de nuevo, y alcanza el mismo nivel que antes, pero una vez más algo
sale mal. Después que sucede muchas veces, se da cuenta de que es un patrón en
su vida. No obstante, no alcanza a ver ninguna razón evidente para eso.
Muchas
personas me han contado la historia de una vida que tiene un patrón similar.
Los detalles particulares pueden cambiar, pero el patrón está ahí. A menudo
esas personas dicen algo como: "Lo mismo pasaba siempre con mi padre. Siento
como si estuviera reviviendo su frustración" o "Me parece estar
oyendo a mi abuelo decir lo mismo una y otra vez: 'Nada me sale bien'.
Este
patrón pudiera repetirse en varias dimensiones en la vida de las personas:
negocios, carrera, salud o finanzas. Casi siempre tiene algún efecto negativo
sobre las relaciones personales: sobre todo en el matrimonio y la familia. Con
frecuencia también afecta no sólo a un individuo aislado, sino a un grupo
social más amplio. Muchas veces éste pudiera ser una familia, pero se puede extender
a un círculo más amplio, como una comunidad o una nación.
No
obstante, pudiera ser engañoso sugerir que una maldición cause siempre el
fracaso de una persona. Es posible que un individuo alcance lo que parece ser
un éxito real y sin embargo verse plagado de frustraciones, sin disfrutar de
los frutos del éxito.
En
un viaje misionero al sureste del Asia, conocí a una inteligente y bien educada
jueza, descendiente de la realeza. Conocía a Jesús como su Salvador personal y
no estaba consciente de algún pecado inconfeso en su vida. Sin embargo, me
confesó que no estaba verdaderamente satisfecha. Su alta posición social y el
éxito de su carrera no le habían proporcionado plenitud personal.
Mientras
hablaba con ella, descubrí que descendía de muchas generaciones de idólatras.
Le expliqué que de acuerdo con Éxodo 20:3-5, Dios había pronunciado una
maldición sobre los idólatras hasta la tercera y la cuarta generación. Entonces
le mostré cómo recibir liberación de esta maldición por medio de Jesús su
Salvador.
Algunas
veces las maldiciones pueden no tener su origen en generaciones anteriores. Pueden
ser el resultado de obras o sucesos a lo largo de nuestra propia vida. Pudiera
ser que una maldición de generaciones previas se haya agravado con sus mismas
acciones. Sin embargo, cualquiera que sea el origen de su problema, una cosa es
cierta: usted está luchando con algo que no puede identificar ni comprender.
Como
esa jueza, usted también puede haber probado el éxito. Ha
saboreado su deleite... ¡pero nunca perdura! De repente, sin ninguna razón que pueda
explicar, se siente insatisfecho. La depresión lo rodea
como una nube. Todos sus logros parecen insignificantes.
Mira
a otros que parecen satisfechos en circunstancias similares, y se pregunta: "¿Qué
me sucede? ¿Por qué nunca me siento plenamente realizado?"
Tal
vez en este momento su reacción sea algo como esto: "Algunas de estas
descripciones realmente me corresponden. ¿Querrá decir esto que no hay
esperanza para mí? ¿Tendré que seguir así por el resto de mi vida?"
¡No!
¡Hay esperanza para usted! No se desaliente. Conforme siga leyendo, descubrirá
que Dios ha proporcionado un remedio, y recibirá instrucciones simples y
prácticas de cómo aplicar el remedio en su propia vida.
Mientras
tanto, encontrará aliento en las cartas que recibí de dos personas que escucharon
mi programa de enseñanza bíblica sobre el tema "De la Maldición a la
Bendición" y que transcribo a continuación. La primera es de un hombre y
la segunda de una mujer.
Escuché
sus mensajes sobre la maldición y descubrí que yo había estado bajo una durante
años sin saberlo. Jamás logré tener éxito en mi vida, y sufrí constantemente
con sentimientos homosexuales, aunque nunca los alenté para llevarlos a la
acción. He sido cristiano durante diez años, pero por causa de esa maldición
nunca había podido acercarme a Dios como deseaba. Me deprimía muchísimo.
Desde
que fui rescatado de esta maldición me he sentido libre en Cristo y con vida en
él. ¡Jamás me había sentido tan cerca de Dios!
* * *
Gracias
por su reciente trasmisión sobre las maldiciones y su folleto "De la
Maldición a la Bendición". Mi vida ha cambiado enormemente gracias a
ellos. La mayor parte de mi vida me atormentó una depresión recurrente, y he
estado bajo tratamiento psiquiátrico por un total de cinco años.
Esta
primavera una señora oró conmigo y por mí, y renuncié a toda participación en
el ocultismo, tal como las cartas del tarot y las hojas de té. [Alabado sea el Señor!
ese fue el principio de mi verdadera liberación.
Entonces
escuché sus transmisiones sobre el tema de estar bajo una maldición sin
realmente saberlo y pronuncié junto con usted la oración de liberación de las
maldiciones. ¡Ahora estoy libre!
Es
como si se hubiera roto una represa permitiendo a Dios que se mueva en mi
espíritu. El bloqueo ha desaparecido y he crecido tanto' espiritualmente en una
pocas semanas que no puedo hacer otra cosa que alabarlo por su bendición.
Algunas veces lloro pensando en todo lo que él ha hecho y está haciendo por mí,
y es un alivio muy grande poder relajarme."
Verdaderamente, ¡adoramos a un Dios
maravilloso!
Para los que están interesados en este tema de las "Maldiciones y bendiciones", pueden bajar el libro en pdf aquí.
Hugo dando una clase de la
biblia a nuestra amiga Yahaira,
que conocí en Venecia de San Carlos cuando me
dio un aventón en su carro.
Como testimonio nos escribió lo siguiente:
La verdad es
que en el Señor no hay coincidencias. Un día manejando de Guápiles para San
Carlos me encontré en el camino con el hermano Hugo y le di un aventón, sin
saber que era a un siervo de Dios a quien le hacia el favor de llevarlo a la
terminal de autobuses.
Yo estaba
pasando por problemas muy difíciles y JEHOVA me bendijo ese día ya que utilizo
al hermano Hugo para aconsejarme por espacio de dos horas y medias. Ahí en la
terminal de San Carlos oro por mí y recibí liberación; desde entonces hemos
creado una bonita amistad y a través de sus consejos y oraciones Dios me ha
mostrado que no existen las coincidencias que Él tiene a su hijos que son sus instrumentos
a quienes utiliza para bendecirnos en los momentos cuando no tenemos esperanza
ninguna.
¡Gracias amigo,
porque quien encuentra un amigo encuentra un tesoro!
¡Dios te
bendiga y derrame sobre ti su misericordia!
Yahaira.
¡Con mucho amor y oraciones!
Hugo y Elizabeth
Ministerio Luz Celestial, San José – Costa Rica
Teléfonos: (506) 88539162
E-mail: mluzcelestial@gmail.com
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