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miércoles, 14 de agosto de 2013

Luchando contra sombras

Por Derek Prince, de su libro “Maldición o bendición”
Para el observador superficial, la vida humana presenta una confusa mezcla de luz y sombra, distribuida de modo que no tiene un patrón reconocible, y gobernada por leyes indescifrables. A través de esta escena dos hombres pueden empezar a andar uno al lado del otro. Con similares antecedentes y capacidades, encaminados en la misma dirección. No obstante, uno avanza casi siempre en la luz del éxito y el logro. En tanto que el otro, muy cerca de él, escasamente ve la luz. Continuamente lo cubren las sombras del fracaso y la frustración, y su vida se apaga a muy temprana edad.
Ninguno de estos hombres comprende las fuerzas que obran en su vida. Las fuentes de luz y sombra están ocultas para ambos. Probablemente ni siquiera hayan considerado la posibilidad de que tanto la luz como la sombra podrían tener su origen en generaciones anteriores.
La Biblia habla muy claro acerca de estas fuerzas. En realidad, tiene mucho que decir de ellas. Las llama, respectivamente bendiciones y maldiciones.
Observemos de cerca, por un momento, al hombre bajo las sombras. Todo lo hace correctamente: cambia de empleo o de lugar de residencia; adquiere capacidades profesionales adicionales; estudia toda la más reciente literatura sobre el pensamiento positivo. Quizás incluso toma un curso de cómo liberar algún "potencial" misterioso dentro de sí mismo.
Sin embargo, el éxito lo esquiva. Sus hijos son rebeldes, su matrimonio es una rutina de tensiones, accidentes y enfermedades. Sus más preciados objetivos se le escurren como agua por entre los dedos de un hombre que se ahoga. Lo "persigue" una sensación de fracaso inevitable, que quizás sea capaz de posponer, pero nunca vencer.
Toda su vida tiene la sensación de forcejear contra algo que no puede identificar; algo amorfo y esquivo. Hay momentos en que siente que está luchando contra una sombra. No importa cuánto se esfuerce en la batalla, no puede precisar la causa de su problema o sujetarlo. A menudo siente deseos de darse por vencido.
"¿De qué sirve?", exclama. "¡Nada me sale bien! Mi padre tenía el mismo problema. ¡Él también fue un fracasado!"
Quien esté bajo las sombras podría muy bien ser una mujer, por supuesto. Se casó joven y empezó con toda clase de planes para un matrimonio dichoso y un hogar feliz. Sin embargo, se encuentra en un sube y baja invisible: un día "arriba" y al otro "abajo". Físicamente va de un problema a otro, siempre al borde de la salud, sin llegar a alcanzarla nunca. Sus hijos se hacen adictos a las drogas y entonces su esposo la abandona. Un día despierta con la espantosa realización de que se ha convertido en una alcohólica...
Como el hombre bajo las sombras, esta mujer también hizo las cosas todo lo mejor que pudo. Estudió libros sobre nutrición y psicología infantil. En su persecución del éxito, se espoleó ella misma yendo de un esfuerzo a otro; exigiendo cada uno toda la fuerza que podía reunir. No obstante, miraba a otras mujeres, con motivos o calificaciones menores, conseguir objetivos que ella misma jamás lograría.
Cuando mira de cerca a la persona bajo las sombras, quizás pueda ver algo que le recuerde a usted mismo. Siente que está mirando su propia vida... aunque de alguna forma desde fuera de usted mismo. Con un estremecimiento empieza a preguntarse
si la causa de sus problemas pudiera ser la misma: una maldición que se remonta a generaciones pasadas.
O quizás, no se vea a usted mismo, sino a alguien cercano: un cónyuge, o un miembro de la familia o un amigo querido. A menudo usted ha sufrido por esta persona y anhelado que le alumbre un rayo de esperanza, pero siempre en vano. Ahora está frente a la posible explicación de las sombras, una idea nueva para usted. ¿Pudiera ser realmente una maldición la raíz del problema?
Su mente retrocede a sucesos y situaciones en su vida o en su familia que jamás parecieron tener sentido. Trató muchas veces de desecharlos de su mente, pero nunca lo consiguió por completo. Comprende que necesita saber más. Supongamos que yo soy quien está bajo una maldición, pudiera decirse usted mismo. ¿Qué puedo hacer? ¿Cuál será su origen?
Una maldición se puede comparar con un largo y maligno brazo que se extiende desde el pasado. Se recarga sobre usted con una tenebrosa y opresiva fuerza que inhibe la total expresión de su personalidad. Nunca se siente completamente libre de ser usted mismo. Siente que dentro de usted hay potencialidades que jamás llega a desarrollar por completo. Siempre espera de usted más de lo que logra conseguir.
O puede ser que ese largo brazo maligno tenga el efecto de hacerlo tropezar mientras camina. El camino adelante parece despejado, pero de vez en cuando tropieza, sin ver con qué tropezó. Por alguna misteriosa razón, los momentos en que tropieza son aquellos en que estaba a punto de alcanzar una meta largo tiempo acariciada. Más la meta se le escapa.
En realidad, la palabra "misteriosa" pudiera compararse con una luz roja, señal de peligro. Se enfrenta a sucesos o situaciones para los que usted no encuentra razones lógicas o naturales. Pareciera que hay alguna fuerza obrando que no está completamente sujeta a las leyes naturales o de las probabilidades.
Hay una palabra que resume los efectos de una maldición: frustración. Usted alcanza un cierto nivel de logros en su vida y todo parece listo para un brillante futuro. Se ve que tiene todas las aptitudes; y sin embargo, ¡algo sale mal! Así que empieza de nuevo, y alcanza el mismo nivel que antes, pero una vez más algo sale mal. Después que sucede muchas veces, se da cuenta de que es un patrón en su vida. No obstante, no alcanza a ver ninguna razón evidente para eso.
Muchas personas me han contado la historia de una vida que tiene un patrón similar. Los detalles particulares pueden cambiar, pero el patrón está ahí. A menudo esas personas dicen algo como: "Lo mismo pasaba siempre con mi padre. Siento como si estuviera reviviendo su frustración" o "Me parece estar oyendo a mi abuelo decir lo mismo una y otra vez: 'Nada me sale bien'.
Este patrón pudiera repetirse en varias dimensiones en la vida de las personas: negocios, carrera, salud o finanzas. Casi siempre tiene algún efecto negativo sobre las relaciones personales: sobre todo en el matrimonio y la familia. Con frecuencia también afecta no sólo a un individuo aislado, sino a un grupo social más amplio. Muchas veces éste pudiera ser una familia, pero se puede extender a un círculo más amplio, como una comunidad o una nación.
No obstante, pudiera ser engañoso sugerir que una maldición cause siempre el fracaso de una persona. Es posible que un individuo alcance lo que parece ser un éxito real y sin embargo verse plagado de frustraciones, sin disfrutar de los frutos del éxito.
En un viaje misionero al sureste del Asia, conocí a una inteligente y bien educada jueza, descendiente de la realeza. Conocía a Jesús como su Salvador personal y no estaba consciente de algún pecado inconfeso en su vida. Sin embargo, me confesó que no estaba verdaderamente satisfecha. Su alta posición social y el éxito de su carrera no le habían proporcionado plenitud personal.
Mientras hablaba con ella, descubrí que descendía de muchas generaciones de idólatras. Le expliqué que de acuerdo con Éxodo 20:3-5, Dios había pronunciado una maldición sobre los idólatras hasta la tercera y la cuarta generación. Entonces le mostré cómo recibir liberación de esta maldición por medio de Jesús su Salvador.
Algunas veces las maldiciones pueden no tener su origen en generaciones anteriores. Pueden ser el resultado de obras o sucesos a lo largo de nuestra propia vida. Pudiera ser que una maldición de generaciones previas se haya agravado con sus mismas acciones. Sin embargo, cualquiera que sea el origen de su problema, una cosa es cierta: usted está luchando con algo que no puede identificar ni comprender.
Como esa jueza, usted también puede haber probado el éxito. Ha saboreado su deleite... ¡pero nunca perdura! De repente, sin ninguna razón que pueda explicar, se siente insatisfecho. La depresión lo rodea como una nube. Todos sus logros parecen insignificantes.
Mira a otros que parecen satisfechos en circunstancias similares, y se pregunta: "¿Qué me sucede? ¿Por qué nunca me siento plenamente realizado?"
Tal vez en este momento su reacción sea algo como esto: "Algunas de estas descripciones realmente me corresponden. ¿Querrá decir esto que no hay esperanza para mí? ¿Tendré que seguir así por el resto de mi vida?"
¡No! ¡Hay esperanza para usted! No se desaliente. Conforme siga leyendo, descubrirá que Dios ha proporcionado un remedio, y recibirá instrucciones simples y prácticas de cómo aplicar el remedio en su propia vida.
Mientras tanto, encontrará aliento en las cartas que recibí de dos personas que escucharon mi programa de enseñanza bíblica sobre el tema "De la Maldición a la Bendición" y que transcribo a continuación. La primera es de un hombre y la segunda de una mujer.
Escuché sus mensajes sobre la maldición y descubrí que yo había estado bajo una durante años sin saberlo. Jamás logré tener éxito en mi vida, y sufrí constantemente con sentimientos homosexuales, aunque nunca los alenté para llevarlos a la acción. He sido cristiano durante diez años, pero por causa de esa maldición nunca había podido acercarme a Dios como deseaba. Me deprimía muchísimo.
Desde que fui rescatado de esta maldición me he sentido libre en Cristo y con vida en él. ¡Jamás me había sentido tan cerca de Dios!
* * *
Gracias por su reciente trasmisión sobre las maldiciones y su folleto "De la Maldición a la Bendición". Mi vida ha cambiado enormemente gracias a ellos. La mayor parte de mi vida me atormentó una depresión recurrente, y he estado bajo tratamiento psiquiátrico por un total de cinco años.
Esta primavera una señora oró conmigo y por mí, y renuncié a toda participación en el ocultismo, tal como las cartas del tarot y las hojas de té. [Alabado sea el Señor! ese fue el principio de mi verdadera liberación.
Entonces escuché sus transmisiones sobre el tema de estar bajo una maldición sin realmente saberlo y pronuncié junto con usted la oración de liberación de las maldiciones. ¡Ahora estoy libre!
Es como si se hubiera roto una represa permitiendo a Dios que se mueva en mi espíritu. El bloqueo ha desaparecido y he crecido tanto' espiritualmente en una pocas semanas que no puedo hacer otra cosa que alabarlo por su bendición. Algunas veces lloro pensando en todo lo que él ha hecho y está haciendo por mí, y es un alivio muy grande poder relajarme."

Verdaderamente, ¡adoramos a un Dios maravilloso!

Para los que están interesados en este tema de las "Maldiciones y bendiciones", pueden bajar el libro en pdf aquí.



 Hugo dando una clase de la biblia a nuestra amiga Yahaira,
 que conocí en Venecia de San Carlos cuando me dio un aventón en su carro.

Como testimonio nos escribió lo siguiente:
La verdad es que en el Señor no hay coincidencias. Un día manejando de Guápiles para San Carlos me encontré en el camino con el hermano Hugo y le di un aventón, sin saber que era a un siervo de Dios a quien le hacia el favor de llevarlo a la terminal de autobuses.
Yo estaba pasando por problemas muy difíciles y JEHOVA me bendijo ese día ya que utilizo al hermano Hugo para aconsejarme por espacio de dos horas y medias. Ahí en la terminal de San Carlos oro por mí y recibí liberación; desde entonces hemos creado una bonita amistad y a través de sus consejos y oraciones Dios me ha mostrado que no existen las coincidencias que Él tiene a su hijos que son sus instrumentos a quienes utiliza para bendecirnos en los momentos cuando no tenemos esperanza ninguna.
¡Gracias amigo, porque quien encuentra un amigo encuentra un tesoro!
¡Dios te bendiga y derrame sobre ti su misericordia!
Yahaira.

¡Con mucho amor y oraciones!
Hugo y Elizabeth
Ministerio Luz Celestial, San José – Costa Rica
Teléfonos: (506) 88539162

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