Por: Derek y Michelle Brookes
Cultivar la relación
P: Como trabajo, no
dispongo de mucho tiempo para mis hijos adolescentes. Por la noche quieren
mirar la televisión o realizar alguna actividad con sus amigos, o bien tienen
tareas escolares pendientes. Yo por lo general tengo mucho que hacer, y para
colmo estoy que me caigo de cansancio. Yo diría que a consecuencia de ello nos
hemos distanciado. Me gustaría volver a tener una relación más estrecha y pasar
más tiempo con ellos, pero ¿cómo lo hago? ¿Por dónde empiezo? ¿Qué puedo hacer
para que se sientan a gusto conmigo y perciban que los quiero y
aprecio mucho?
Nota de los
editores: Muchos nos encontramos en la misma dificultad. Los que tenemos hijos
de esa edad nos preocupamos por ellos, pero por otro lado no sabemos bien cómo
ayudarlos. Una madre recibió los siguientes consejos de Dios cuando le planteó
sus inquietudes en ese sentido.
Manifiéstales cariño
Lo más valioso que puedes dar a tus
hijos es amor. Sé cariñosa con ellos, para que no les quepa duda de tu amor.
Eso se aplica en particular a los adolescentes. Tus hijos deben tener la
certeza de que los amas. Es necesario que sientan y vean tus expresiones
de cariño.
Ven tu amor manifestado en el hecho
de que les proporcionas vivienda y comida; pero están tan acostumbrados a ello
que muchas veces no lo aprecian. No son conscientes de los sacrificios que
haces para ello, ni comprenden que has organizado tu vida para poder atender a
sus necesidades físicas. Por consiguiente, lo que les hace falta es ver y
sentir la faceta espiritual de ese amor, el afecto y cariño que sientes por
ellos. Así se establecerá un vínculo de amor y confianza. Te preguntas: «¿Cómo
hago para crear ese lazo de amor con ellos?»
Remedia las
necesidades de tus hijos remediando las tuyas
El primer paso para establecer
vínculos más amorosos con tus hijos y hacer que se sientan queridos, apreciados
y a gusto contigo es que tú te sientas así conmigo. Así es como deseo que sea
tu relación conmigo. Quiero que percibas Mi amor, pues eres Mi hija, y deseo
manifestarte Mi amor de Padre.
Quiero hacerte ver que te amo y te
acepto tal cual eres, y que deseo que tengas una relación más estrecha conmigo.
Una vez que haya más intimidad entre nosotros, te haré sentir la aceptación, el
amor incondicional, la seguridad y la confianza que tanta falta os hace a
todos. Cuando conozcas y percibas el amor inmenso e inconmensurable que te
tengo -un amor que llega hasta los confines del universo-, tú misma podrás
brindar más amor. Y tus hijos lo notarán. Tu esposo también. Y asimismo otras personas.
Crea oportunidades
de estar juntos
Deja que te infunda un amor más
profundo por tus hijos, un amor que supere las barreras, un amor incontenible,
un amor que seas capaz de manifestar y que tus hijos perciban.
Un amor así anhela expresarse, busca
oportunidades de evidenciarse. Si sientes un profundo amor por tus hijos, ellos
lo notarán, y las ocasiones de conversar y hacer cosas juntos surgirán
espontáneamente. Ellos dirán: «Papá, ¿quieres que te enseñe este juego?»,
«Mamá, te voy a mostrar lo que hicimos hoy en el colegio», «Mamá, ¿qué crees
que debo ponerme para la fiesta?», «Papá, ¿me ayudas a arreglar esto?»
Busca oportunidades. Puede que no
sean tal como te las imaginabas. Tal vez tengas que reajustar tu horario.
Cuando tus hijos vean que quieres participar más en su vida, se alegrarán de
poder contar contigo. Te verán como una amiga que desea ayudarlos.
Todo puede empezar con algo tan
simple como mirar juntos la televisión; pero no dejes que la cosa termine ahí.
Procura que haya oportunidades de conversar. Por ejemplo, acompáñalos a sitios
a los que quieran ir y luego comenta con ellos la experiencia. Averigua qué les
gustó y qué impresión se llevaron. Si su punto de vista difiere del tuyo, no
insistas para que vean las cosas como tú.
Que puedan contar
contigo cuando te necesiten
Ponte a pensar en cómo son ahora las
cosas: ¿A qué te dedicas por las noches? ¿Qué hacen ellos en esas horas? ¿Y los
fines de semana? ¿Es posible hacer que tu vida se entrecruce más con la de
ellos? ¿Puedes cambiar algo para que así sea? Busca puntos en común,
actividades que puedas realizar con ellos.
Hazte presente con amor. No les hagas
pensar que buscas oportunidades de fisgar en su vida, de sermonearlos o
reprobar lo que hacen, de imponerles más reglas o darles más instrucción. Se
trata de que estés a su lado como una amiga, de que te puedan expresar
libremente sus ideas, de que te vean como alguien a quien recurrir, alguien que
los apoya.
¿Hay algún deporte en el que se
interese tu hijo? ¿Alguna manualidad que le guste a tu hija? ¿Puedes participar
de alguna forma en esas actividades? Observa qué les atrae. Averigua qué
aficiones y experiencias puedes compartir con ellos.
Un padre descubre el secreto
Veamos el
testimonio de un padre que descubrió el secreto de la comunicación con su
hijo adolescente:
En los
últimos meses he logrado grandes avances en la relación con mi hijo. La clave
fue el deporte. Dedicando más o menos una hora diaria a jugar al fútbol con él
lo estoy ayudando a superar una etapa difícil. Tomás es un chico bastante
dinámico de catorce años. Últimamente se estaba metiendo en muchos líos.
Tanto él
como su hermana, que siempre habían sido buenos chicos, se estaban echando a
perder. Mi esposa y yo estábamos angustiados y comprendimos que había que hacer
algo. Teníamos que empezar a dedicarles más tiempo a cada uno por separado. Yo
me concentré en Tomás, y mi esposa en nuestra hija de 17 años.
Tomás
desahogaba su enojo y su frustración poniéndose agresivo y competitivo, y era
tan mal perdedor que resultaba difícil aguantarlo. En otros aspectos era
irresponsable. Las tareas que le asignábamos y las cosas que empezaba las
dejaba a medias. Constantemente le llamábamos la atención. Al principio, no
había forma de hacerlo entrar en razón. Nos había cerrado a mi esposa y a mí la
puerta de su vida. Buscamos afanosamente la llave, algo en lo que
coincidiéramos y que nos sirviera de punto de partida.
Tomás
tenía un único interés en la vida: el fútbol. No formaba parte de ningún
equipo, y yo no sabía si en realidad le convenía practicar dicho deporte más en
serio, pues no conseguía llevarse bien con nadie. Finalmente, con la esperanza
de lograr un acercamiento a él, decidí entrar en su mundo y jugar un rato al
fútbol con él cada día. Sólo con ese poco de comunicación y participación
conjunta en una actividad, fue sorprendente lo rápido que empezó a
transformarse y abrirse. Al cabo de un tiempo otras personas también nos
comentaron que Tomás estaba cambiando mucho y convirtiéndose en un muchacho muy
extrovertido, comunicativo, seguro de sí mismo y agradable. (Francamente, yo
también me siento mucho más saludable y feliz. Practicar un deporte al aire
libre no sólo es bueno para que los jóvenes quemen energías acumuladas; también
es una válvula de escape para las frustraciones de los padres). Es innegable
que Tomás está ahora mucho mejor que cuando siempre andaba metiéndose en peleas
o planeando alguna travesura, y parecía que iba camino de convertirse en un
teleadicto apático o en un joven huraño enviciado con la computadora.
Ingeniería
Ingéniate situaciones que te acerquen
a tus hijos, como ir juntos a sitios que les gusten y hacer cosas que les
resulten entretenidas.
Es posible que prefieran no hacer
ciertas cosas contigo por miedo a que sus amigos critiquen el hecho de que
realicen actividades con sus padres. En ese caso, una solución puede ser
ofrecerte de vez en cuando a llevarlos en automóvil cuando salgan con sus
amigos. De esa forma, por lo menos estarás presente. Otra idea es que tus hijos
inviten una noche a un grupo de amigos, incluso a quedarse a dormir. Así
también tú estás ahí con ellos.
La comunicación con la generación joven sería menos
complicada si los padres estuvieran un poco más al tanto de lo que pasa. Una forma
de averiguarlo que he descubierto es hacer de chofer para un grupo de chicos.
No abras la boca, y al poco rato se olvidarán de que estás ahí y conversarán
con toda libertad, como si fueras un piloto automático. No sé si eso se
considera una violación de su intimidad, pero lo cierto es que da resultado. Consejo de una madre de adolescentes.
Busca maneras de integrar tu vida a
la de ellos. Eso puede requerir que ambas partes hagan algunos ajustes. Pero si
lo intentas, Yo te indicaré formas de establecer comunicación. Una de ellas
puede ser trabajar juntos en algo: construir un objeto de madera, hacer una
labor de costura, preparar una comida, cuidar de un animal doméstico o arreglar
el jardín.
Descubre el arte
de escuchar
Una de las principales formas de
ayudar a tus hijos es escucharlos. Aprende a escuchar de verdad. Cuando les preguntes cómo les fue en el
colegio, deja lo que estés haciendo y presta atención a lo que te cuenten.
Cuando te presenten problemas, no siempre tienes que dar tu opinión en el
momento. En vez de emitir un juicio, tómate tiempo para meditar en el asunto, o
reza para encontrar una solución. Lo principal es escuchar, prestar atención,
aparte de brindar amor, ánimo y apoyo.
Se les preguntó a ciertos adolescentes: «¿Cómo saben
cuándo sus padres no los escuchan?» Dieron las siguientes respuestas: «No me
miran», «Leen el periódico mientras les hablo», «Mi mamá continúa aspirando el
piso o cocinando y me dice: “Sigue, sigue; te escucho”».
Después se les preguntó: «¿Y cómo saben cuándo sus
padres les están prestando atención?» La mayoría contestó: «Porque dejan lo que
están haciendo cuando les hablo».
Recurre a la
guía celestial
Cuando te enfrentes con un problema y
ores, te ayudaré, me pondré a tu disposición, porque soy tu Padre. No tienes
que ir a ningún lugar en particular ni ponerte de rodillas. Puedes hablarme de
tus dificultades en cualquier sitio. Hazlo interiormente -en tu corazón, en tus
pensamientos-, donde sea que estés, a cualquier hora, en cualquier
circunstancia. Vuelve tu corazón hacia Mí, pues te amo más que nadie y escucho
el clamor de tu alma. Siempre estoy presto a responderte, en cualquier momento
y lugar. Te guiaré, te orientaré y te indicaré qué hacer, paso a paso. Basta
con que me preguntes y creas que las respuestas que afloran en tu mente
provienen de Mí.
Con los adolescentes se
presentan muchas situaciones que requieren una gran medida de comprensión. Los
juicios severos y las censuras farisaicas puede cortar la comunicación. Piensa
que quizá tus hijos no tenían ninguna mala intención. Si tienes dudas sobre
algo que ha sucedido, consúltame, y Yo te indicaré los motivos
que tuvieron.
Cuando me consultes, haz silencio y
espera a que Mis pensamientos te vengan a la mente. Pregúntame, y Yo te
responderé. Te transmitiré ideas y soluciones que te reconfortarán
y ayudarán.
Juzga a tus hijos con Mi sabiduría,
no según reglas y patrones inflexibles. Uno de los mayores impedimentos para la
comunicación con los jóvenes es el juzgarlos duramente. Es muy frecuente que
los padres apliquen a sus hijos los patrones estrictos con que ellos se
criaron. Pero cada edad es diferente, cada época y cada generación son
distintas, y los chicos deben probar sus alas y expresarse de acuerdo con su
personalidad. Naturalmente, eso no significa que deba haber una tolerancia
absoluta, sin límites, reglas ni obligaciones. La clave para corregir los malos
comportamientos está en inducir un cambio de actitud, no en obligar a los hijos
a cumplir las reglas.
Pídeme que te revele lo que sienten
tus hijos; así podrás ver más allá de las apariencias. Es mejor tratar de
resolver las inquietudes que albergan que querer cambiar su aspecto. Ocúpate de
lo que sucede en su interior, escucha lo que te diga su corazón, trata con
ternura sus sentimientos.
La mejor red
de seguridad
Muchos chicos no necesitan sino que
sus padres les proporcionen una base firme de amor y aceptación. Esa base de
amor puede guardarlos de peligros y malas influencias, como la droga y el
alcohol, e incluso del sufrimiento que pudiera causarles el rechazo de sus
amigos. En tales ocasiones, el amor y la aceptación son como la red de
seguridad de los trapecistas. Si tus hijos saben que no los rechazarás aunque
metan la pata o hagan alguna estupidez, acudirán a ti, y así se formará ese
vínculo que deseas.
Los adultos estamos acostumbrados a hablar y a dar
órdenes; pero si vivimos con adolescentes, no solo debemos escuchar con los dos
oídos, sino también con el corazón.
También Yo deseo crear ese vínculo
entre padres e hijos, a fin de que estos tengan a quién recurrir. Tú sabes que puedes
contar en todo momento conmigo, que soy tu Padre. Nunca te rechazo, aunque
hayas cometido errores garrafales u obrado muy mal. Siempre te presto oído y te
sigo amando y apoyando. Siempre estoy pronto a estrecharte en Mis brazos.
Es muy importante que tengas esa
misma actitud con tus hijos. Deben saber que, hagan lo que hagan, siempre los
amarás, y nada podrá alterar ese amor. Tienen que saber que siempre pueden
conversar contigo; que aunque no estés de acuerdo con ellos, aunque no coincidas
con su punto de vista, aunque pienses incluso que han hecho algo muy malo o
dañino, nunca dejarás de considerarlos tus hijos. Tienen que saber que siempre
los amarás, que siempre podrán recurrir a ti, que aunque ocurra la peor
calamidad, siempre podrán contar con tu amor. Así además aprenderán cómo soy Yo
y cómo es Mi amor.
Para llegar a pasar mejores ratos con nuestros seres
queridos, lo mejor es dedicarle buenos ratos a Dios, nuestro
Padre celestial.
Ser padres
DEUT.6:6,7 Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán
sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en
tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes.
DEUT.18:10a No sea hallado en ti quien haga pasar a su hijo
o a su hija por el fuego.
DEUT.12:28 Guarda y escucha todas estas palabras que yo te
mando, para que haciendo lo bueno y lo recto ante los ojos del Señor tu Dios, te
vaya bien a ti y a tus hijos después de ti para siempre.
1RE.3:26,27 Entonces la mujer de quien era el hijo vivo,
habló al rey (porque sus entrañas se le conmovieron por su hijo), y dijo: ¡Ah,
señor mío! dad a ésta el niño vivo, y no lo matéis. Mas la otra dijo: Ni a mí
ni a ti; partidlo. Entonces el rey respondió y dijo: Dad a aquélla el hijo
vivo, y no lo matéis; ella es su madre.
1SAM.1:27 Por este niño oraba, y el Señor me dio lo que le
pedí. Yo, pues, lo dedico también al Señor; todos los días que viva, será del
Señor. Y adoró allí al Señor.
SAL.78:4 No las encubriremos a sus hijos, contando a la
generación venidera las alabanzas del Señor, y su potencia, y las maravillas
que hizo.
SAL.113:9 El hace habitar en familia a la estéril, que se
goza en ser madre de hijos. Aleluya.
SAL.115:14 Aumentará el Señor bendición sobre vosotros;
sobre vosotros y sobre vuestros hijos.
SAL.127:3-5 He aquí, herencia del Señor son los hijos; y
recompensa Suya el fruto del vientre. Como saetas en manos del valiente, así
son los hijos habidos en la juventud. Bienaventurado el hombre que llenó su
aljaba de ellos; no serán confundidos cuando tengan pleito con los enemigos.
PRO.13:24 El que detiene el castigo, a su hijo aborrece; mas
el que lo ama, desde temprano lo corrige.
PRO.17:21 El que engendra al insensato, para su tristeza lo
engendra; y el padre del necio no se alegrará.
PRO.19:13 Dolor es para su padre el hijo necio, y gotera
continua las contiendas de la mujer.
PRO.19:18 Castiga a tu hijo en tanto que hay esperanza; y no
lo eximas a causa de su llanto.
PRO.20:7 Camina en su integridad el justo; sus hijos son
dichosos después de él.
PRO.22:6 Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere
viejo no se apartará de él.
PRO.23:13 No rehúses corregir al muchacho; porque si lo
castigas con vara, no morirá.
PRO.23:15,16 Hijo mío, si tu corazón fuere sabio, también a
mí se me alegrará el corazón; Mis entrañas también se alegrarán cuando tus
labios hablaren cosas rectas.
PRO.23:24,25 Mucho se alegrará el padre del justo, y el que
engendra sabio se gozará con él. Alégrense tu padre y tu madre, y gócese la que
te dio a luz.
PRO.29:15 La vara y la corrección dan sabiduría; mas el
muchacho dejado a sí mismo, avergüenza a su madre.
ISA.8:18 He aquí, yo y los hijos que me dio el Señor somos
por señales y presagios en Israel, de parte del Señor de los ejércitos, que
mora en el monte de Sion.
ISA.54:13 Y todos tus hijos serán enseñados por el Señor; y
se multiplicará la paz de tus hijos.
JOEL 1:3 De esto contaréis a vuestros hijos, y vuestros
hijos a sus hijos, y sus hijos a la otra generación.
JN.21:15b Apacienta Mis corderos.
122. HCH.2:39a Porque para vosotros es la promesa, y para
vuestros hijos.
2COR.12:14b No deben atesorar los hijos para los padres,
sino los padres para los hijos.
EFE.6:4 Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros
hijos, sino criadlos mediante la disciplina y la instrucción del Señor.
COL.3:21 Padres, no exasperéis a vuestros hijos, para que no
se desalienten.
1TIM.5:8 Porque si alguno no provee para los suyos, y
mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo.
¡Con mucho amor y oraciones!
Hugo y Elizabeth
Ministerio Luz Celestial, San
José – Costa Rica
Teléfonos: (506) 88539162
Hugo, con nuestros amigos colombianos, llevándoles
la Palabra de Dios.
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