Existe una historia verídica de un hombre que era dueño de
un águila y la tuvo encadenada a una estaca durante muchos años. Con el curso
de los años, el águila había llegado a abrir un surco en la tierra de tanto dar
vueltas alrededor de la estaca. Ya se estaba haciendo vieja y el amo se
compadeció y pensó: «¡Como no le falta mucho de vida, voy a ponerla en
libertad!» Y quitándole la anilla de la pata, la tomó en la mano y la lanzó al
aire. Pero, ¿qué crees que sucedió? ¡La vieja águila se había olvidado casi por
completo de cómo se volaba! ¡Dando unos cuantos aletazos, bajó nuevamente al
suelo, se acercó al surco y se puso a dar vueltas sobre él siguiendo la rutina
que había tenido durante años! ¡No estaba sujeta con ninguna cadena ni argolla!
¡Lo hacía simplemente por la fuerza de la costumbre!
¡Se ha dicho que las cadenas de las malas costumbres son tan
débiles que no se sienten hasta que son tan fuertes que no se pueden romper! ¡Pero
el Señor sí las puede romper! Y que «los hábitos son como sogas: cada día se
teje un hilo más hasta que al final son irrompibles.» Ambas cosas son muy
ciertas.
¿Cuántas veces has intentado deshacerte de un mal hábito y
te has visto prácticamente impotente para deshacerte de él o para dejar de
hacer tal cosa, por mucho que intentaras hacer uso de tu fuerza de voluntad en
contra de ello? Lo cierto es que todos somos débiles y muy humanos y fallamos
en algún sentido, y somos susceptibles a muchos problemas diversos que pueden
convertirse en vicios y malos hábitos.
Lo que la mayoría de la gente no comprende es que con
frecuencia un vicio o una mala costumbre es algo más que una simple
reacción natural que tenemos inculcada. Cuando se tiene cierta debilidad y se
la consiente y se cede a ella durante un tiempo bastante prolongado, muchas
veces hay espíritus malos (demonios) que son causantes de dichos
hábitos, y que los aumentan y tratan de mantenernos esclavizados a ellos, y más
si son hábitos malos y nocivos para nosotros o nuestra salud, o para nuestra
relación con los demás.
Según la Palabra de Dios, es indudable que hay demonios que
fomentan ciertos pecados y vicios con la intención de destruirnos por medio de
ellos. Como por ejemplo demonios de gula, demonios de alcohol, droga y tabaco,
demonios de juego, demonios de perversiones sexuales, de homosexualidad, etc.
Esos son algunos de los vicios más evidentes, ¡pero muchos no se dan
cuenta de que cosas como el odio, el sentimiento de culpa, el rencor, la
preocupación, el orgullo, la envidia, los celos, la santurronería, el temor,
decir mentiras y engañar, son también malas costumbres y vicios, y las fuerzas
espirituales que atan a las personas a ellos pueden ser igual de intensas y
destructivas que la adicción que impulsa a algunos irresistiblemente a jugar,
consumir drogas o abusar del alcohol!
Hay demonios que intentan hacerle daño a uno y destruirlo en
casi todas las facetas de su vida si uno se lo permite. Eso sucede sobre todo
si se tiene alguna tendencia o pecado asediante en algún sentido, como por ejemplo una
gran inclinación a ser envidioso o a criticar a los demás. O si se tiene debilidad
por el alcohol o alguna otra cosa. El enemigo puede aprovechar eso para
tentarlo a uno constantemente.
El alcoholismo es un vicio que ha atormentado a la
humanidad durante miles de años, y aunque beber vino con moderación era muy
común en tiempos bíblicos, la Biblia habla mucho en contra del abuso
constante y exceso de vino y otras bebidas alcohólicas. Ver Proverbios
20:1, 21:17, 23:29-35, 31:4, Efesios 5:18, Tito 2:3. El Señor no sólo te puede
liberar del espíritu que produce el alcoholismo, sino que también te puede dar
las fuerzas para seguir resistiéndolo una vez te ha librado.
¡Todos sabemos naturalmente que la nicotina y el alquitrán
del tabaco son muy perjudiciales para la salud y que se ha demostrado
que son una causa importante del cáncer! Los mismos fumadores reconocen en su
mayoría que fumar es un vicio y una mala costumbre, pero la cosa es, ¿cómo
pueden dejar de hacerlo? ¡Porque puede crear un hábito muy difícil de
quitar! El remedio es orar muy seriamente para que el Señor lo libere a uno de
la dependencia física de la nicotina y reprendiendo los malos espíritus que
podrían estar aumentando y agravando la adicción. ¡Pídele al Señor que
te libere y lo hará!
Las drogas también causan un hábito difícil de quitar
y son muy perjudiciales. Eso no sólo sucede con las drogas ilícitas sino
también con los medicamentos «legales» recetados que compran millones de
personas en la farmacia. ¡Muchos producen hábito y, sean cuales sean sus
«efectos beneficiosos» --sea evadirse de la realidad o aliviar el dolor-- casi
todos tienen efectos secundarios negativos, son perjudiciales y caros! Pero hay
una buena noticia: ¡el Señor ha librado a incontables miles de personas
de la adicción a todo tipo de drogas! ¡Milagrosamente! ¡Y en muchos
casos sin los síntomas que se tienen cuando se deja la droga!
El juego es un vicio que produce tanto hábito como el
alcohol o las drogas, y es un ejemplo claro de malos espíritus que lo impulsan a
uno a jugarse un dinero que ha ahorrado con mucho esfuerzo al número que salga
en los dados, lo que indique la ruleta, la velocidad de un caballo o una
partida de cartas al azar. La razón del juego es que se puede ganar dinero
fácilmente sin esfuerzo, que es exactamente lo contrario de los valores de
diligencia, esfuerzo y ahorro que enseña la Biblia. Asimismo, depender de la
suerte es depender de las bendiciones del Diablo. ¡Ya está bastante mal que uno
se arriesgue a jugar, pero si se le da bien o tiene suerte, necesita más
liberación todavía!
A muchos cristianos que condenan santurronamente a los que
están atrapados en vicios evidentes como el alcoholismo, las drogas o
perversiones sexuales les parece lo más normal comer en exceso y estar obesos.
Pero la gula, el impulso irremediable de comer, es con frecuencia
un hábito que tiene causas espirituales, y hace falta mucha oración y
determinación para deshacerse de un hábito tan malo y tan fuerte. Muchas veces,
la gula o glotonería es un hábito tan terrible como las drogas o el
alcoholismo, y la Palabra de Dios hace muchas advertencias en contra de ella.
Ver Proverbios 23:2, 20- 21; 1a de Pedro 4:3)
A propósito de santurronería y del espíritu de
criticar y censurar a los demás, son problemas espirituales y vicios muy
graves también. Si ves que siempre estás juzgando, criticando y menospreciando
a los demás, y te crees mejor que ellos, tienes que orar sin falta para
librarte de los espíritus negativos que producen división y te hacen ser de esa
manera.
La santurronería está muy estrechamente relacionada con el orgullo,
y proviene directamente de él. ¡Y aunque a todos nos asedia el pecado del
orgullo y nos estimamos y preocupamos por nosotros mismos, el Enemigo de
nuestra alma puede muchas veces aprovechar dicha debilidad humana natural
aumentándola hasta convertirla en el más grave de los problemas! El orgullo es
la raíz de todo pecado, y fue lo que originó la caída de Satanás.
(Isaías 14:12-15) ¡El Señor detesta el orgullo! (Proverbios 6:16-17)
Otros dos vicios comunes que tienen innumerables millones de
personas son el odio y el rencor. Como sucede con los demás
pecados de la mente y del corazón, son indudablemente debilidades causadas por
malos espíritus. Si quieres saber lo que dice la Biblia del rencor o amargura,
lee Efesios 4:31; Colosenses 3:19; Hebreos 12:15 y Santiago 3:14-15. Para saber
lo que dice del odio, lee Proverbios 10:12, 15:17; 26:26; Gálatas 5:19-21. Esos
malos hábitos, no solamente son dañinos y hasta peligrosos para los demás, sino
que la ciencia médica ha demostrado que producen toda clase de enfermedades
psicosomáticas a los que guardan rencor u odian porque segregan verdaderos
venenos en el torrente sanguíneo.
El temor y la preocupación son emociones
negativas relacionadas que causan una cantidad increíble de efectos negativos
en quien está atormentado por ellos. Tener mucho temor o estarse preocupando
constantemente es por lo general algo más que un hábito arraigado o un trauma
que acarreamos desde la niñez. El temor en particular es una esclavitud
terrible, y la Biblia dice claramente: «¡No nos ha dado Dios
espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio
propio!» (2a a Timoteo 1:7) Ver también Proverbios 29:25; Lucas 21:26; Hebreos
2:15; 1a de Juan 4:18.
La sensación de culpabilidad
o remordimiento tiene también un claro origen espiritual y está causada por el
Diablo, al que la Biblia llama «el acusador de los santos». (Apocalipsis 12:10)
La gente generalmente sufre complejos de culpabilidad porque, o bien desobedece
y tiene «una horrenda expectación de juicio (castigo)» (Hebreos 10:27), o
porque «su conciencia es débil», y por tanto susceptible a las mentiras del
Enemigo. (1a a los Corintios 8:7; Tito 1:15) ¡El remedio para un hábito tan
opresivo es estudiar la verdad de la Palabra de Dios para saber qué es
lo que está mal y qué es lo que está bien, y luego obedecer
y hacer lo que está bien! (Hebreos 10:22; Juan 15:3)
Algunos tienen una costumbre irresistible de mentir o
engañar. La Biblia deja claro que ése también es un vicio peligroso. Si
quieres leer versículos de la Biblia sobre la mentira, mira Salmo 119:163;
Proverbios 6:16-17, 10:18, 12:22, 13:5, 26:28; Efesios 4:25. Si quieres leer
versículos sobre engañar, mira Proverbios 12:5,17, 14:8,25, 26:24. Podríamos
enumerar muchas malas costumbres y vicios más, pero con los anteriores ya
tienes unos cuantos ejemplos de algunos de los más corrientes. Pero no olvides
que toda costumbre mala o negativa que te perjudica a ti o a los demás
es un vicio, y es muy posible que el causante sea el enemigo de tu alma
y lo esté utilizando para tratar de derrotarte o hacerte las cosas más difíciles.
Si eres cristiano, los espíritus malos no te pueden poseer
de forma permanente, pero sí pueden tratar de meterte en la cabeza pensamientos
que te motiven a hacer lo que no debes. Tratan de influir en tus
pensamientos y tu espíritu, y de hacer que cedas a dicha influencia. Si no
consiguen que cedas a su influencia ni decidas hacer su voluntad, se adueñan de
ti y te tienen prácticamente atado por medio de vicios o malos hábitos. Si
adquieres un mala costumbre y siempre la estás practicando, puedes terminar
totalmente derrotado, hasta el punto de que obedezcas y escuches más al Diablo
que a Dios.
Hasta los cristianos nacidos de nuevo que aman al Señor
pueden ser a veces víctima de malos espíritus. No pueden estar poseídos en todo
momento, pero sí oprimidos o sometidos a la influencia de ellos. El
cristiano es propiedad del Señor, quien lo posee es el Señor y su
Espíritu. Pero claro, si tienes algún pecado que te asedia, si hay algún rincón
oscuro en tu vida o una mala costumbre que no estás dispuesto a someter al
Señor, el enemigo te puede molestar y atormentar en ese sentido. Puede
aprovechar eso para debilitarte o derrotarte en ese aspecto de tu vida en
particular. Por eso dice la Palabra de Dios: «¡Ni deis lugar al Diablo!»
(Efesios 4:27) La Escritura los llama «pecados que nos asedian», porque
se deben a espíritus que nos atacan, son «pesos» de los
que debemos «despojarnos». (Hebreos 12:1)
Si le «das lugar» al Enemigo en tu vida, es como si tuvieras
un inquilino malo en tu casa: no es que se haga el amo de la casa, sino que te
molesta y te da problemas, y te causa toda clase de daños. Le dices varias
veces que se vaya y no te hace caso, ¡hasta que al final, apoyado en la
autoridad de la ley --en este caso la autoridad de la Palabra y el nombre
de Jesús, lo expulsas a patadas! ¡Si no, no se marcharía!
¡Es lamentable que haya tantos cristianos que dejen pasar
tanto tiempo sin librarse por completo de vicios y malas costumbres que
tienen muy arraigados! Puede decirse que los albergan y les permiten que se
queden sin deshacerse realmente de ellos. No reconocen que sus problemas
son espirituales además de físicos, y por eso no adoptan una autoridad
espiritual contra dichos espíritus reprendiéndolos y deshaciéndose
de ellos.
Lo primero que hay que hacer es estar dispuesto a reconocer
que una fuerza espiritual te está aprisionando en ese vicio, y debes
desear liberarte hasta tal punto que no sólo estés dispuesto a confesárselo
al Señor y clamar pidiéndole a El ayuda, sino que tienes que estar
dispuesto a confesarles a los demás que necesitas ayuda y oración para
superar esa debilidad y mal hábito. Porque algunos vicios ejercen un control
tan grande sobre las personas, incluso sobre los cristianos, que las vuelven
prácticamente impotentes para combatirlos por sí mismas.
¡Si tienes algún problema grave de ese tipo y no consigues
librarte orando por tu cuenta o tratando de resistir por ti mismo ese vicio,
tienes que hablar con otros cristianos que estén llenos del Espíritu a quienes
conozcas y en quienes puedas confiar, y decirles que tienes un problema grave y
quieres que oren en grupo por ti! Jamás debes avergonzarte de pedir ayuda u
oración cuando lo necesites.
No olvides que la Palabra de Dios dice: «Uno puede
perseguir a mil, pero dos pueden hacer huir a diez mil»
(Deuteronomio 32:30), y es de mucha ayuda tener a alguien contigo para orar
cuando te sientas oprimido, agobiado o atacado por el Enemigo. «Donde están dos
o tres congregados en mi nombre, allí estoy Yo en medio de ellos.» Y,
«si dos de vosotros se pusieran de acuerdo acerca de cualquier
cosa que pidieran, les será hecha por mi Padre que está en los Cielos.» (Mateo
18:19-20)
«Si está alguno enfermo entre vosotros (no sólo
física, sino también espiritualmente), llame a los ancianos
de la iglesia y oren por él, y la oración de fe salvará al enfermo. Y si ha
cometido pecados le serán perdonados. Confesad vuestras ofensas
unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados.»
(Santiago 5:14-16) Al orar, cita y recuérdale al Señor las promesas que ha
hecho en su Palabra. Recordarle a Dios su Palabra es señal de que se tiene fe
en ella. El ha prometido cumplir su Palabra, de modo que recuérdasela, aférrate
a sus promesas, apréndetelas de memoria y cítalas continuamente, y no dudes por
un momento que Dios va a contestar. ¡Y contestará! ¡Tiene que
hacerlo! ¡Si sinceramente deseas librarte y oras pidiendo una
auténtica victoria sobre tus malos hábitos, el Señor te ayudará! ¡Jesús
nunca falla! Siempre responde cuando se clama a El de todo corazón.
¡«Toda potestad me es dada en el Cielo y en la
tierra», dijo Jesús (Mateo 28:18), y como tenemos a Jesús, tenemos su
poder, de forma que hasta los espíritus malos y los demonios nos están sujetos!
(Mateo 10:1, Lucas 9:1, 10:17-19, Hechos 8:7) ¡Si tus malos hábitos son obra de
potencias demoniacas, puedes reprenderlos en el nombre de Jesús y no tienen
más remedio que irse!
Para superar un vicio o una mala costumbre, lo primero que
tienes que hacer es librarte de la fuerza espiritual causante de dicho mal
hábito. Es posible que antes de que te libres, el espíritu que te ata tenga
control, ¡pero una vez te hayas librado, tendrás las fuerzas para resistirlo
y evitar que vuelva!
Pero aun después de haber orado, a veces hace falta un poco
de tiempo para liberarse por completo del hábito. Aunque te has librado
del espíritu, la costumbre todavía está arraigada en ti, y es posible
que el espíritu intente volver tentándote por un tiempo aprovechándose de tu
debilidad o tendencias en ese sentido. Y más si cierta debilidad o vicio es una
costumbre o un problema que has tenido durante años. Eso te hace mucho más susceptible
a los ataques en ese sentido. Así que es posible que durante algún tiempo
después de la oración sigas teniendo algunas batallas todavía. ¡Pero no te des
por vencido! Hay que luchar mucho para superar un hábito que ha estado
arraigado durante años, pero tienes que resistirte contra el mismo hecho de
pensar en hacer esas cosas otra vez. ¡Reprende la sola idea de la
tentación, cita las Escrituras y alaba constantemente al Señor!
Si tienes tentaciones, la culpa no es tuya.
Nadie puede evitar tener tentaciones, ¡pero no tienes que caer en ellas!
«¡No puedes evitar que vuelen los pájaros sobre tu cabeza, pero sí que
puedes evitar que aniden en el pelo!» ¡Ataca al Diablo devolviéndole el
golpe cada vez que pruebe sus tácticas contigo! ¡El Diablo sólo puede ganar si
tú te rindes! Mientras no dejes de luchar, nunca podrá
ganar! «¡Resistid al Diablo y huirá de vosotros!» (Santiago 4:7)
En tanto que sigas resistiéndolo, tendrá que seguir huyendo. Pero si dejas de
resistirlo, se valdrá de sus mentiras, tentaciones y medios de persuasión para
ganar. Cuando el Diablo tentó a Jesús, el Señor lo combatió a base de versículos!
(Lucas 4:1-13) ¡De modo que cita la Palabra de Dios y reprende al Enemigo!
Hay transformaciones que son instantáneas, de la noche a la
mañana, pero otras llevan tiempo. No te puedes deshacer necesariamente de
algunos hábitos en un día, porque el Enemigo no cede voluntariamente un terreno
que ha tenido tanto tiempo controlado. Cuando alguien ha tenido una debilidad y
canales abiertos al enemigo, éste intenta volver si puede. Pero si
continuamente estás orando y pidiéndole al Señor que te proteja, te libre y te
dé una victoria total, e invocas y citas su Palabra, El lo hará! «¡A
quien el Hijo libera es verdaderamente libre! (Juan 8:36)
Una de las mejores formas de protegerte es estar siempre
ocupado sirviendo a Dios y al prójimo, haciendo lo que sabes que es tu obligación,
y al mismo tiempo ocupar la mente y el corazón con pensamientos positivos,
alentadores, fortalecedores y edificantes de Su Palabra, recordándola,
memorizándola y citándotela constantemente a ti mismo y hasta al Enemigo cuando
te ataque. ¡Y «ora sin cesar»! (1a a los Tesalonicenses 5:17) Como dice un
poema: «¡El Diablo sale disparado cuando ve al más débil de los santos
arrodillado!»
«Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido;
porque mayor es el que está en vosotros (Jesús) que el que está en el
mundo (el Diablo).» (1a de Juan 4:4) ¡El poder del Señor es mucho mayor, y
puede romper todas las cadenas que te puedan aprisionar!
¡Sea cual sea tu mala costumbre, Jesús te puede
liberar! Tú, ¿eres libre? ¿O necesitas ayuda? «¡Pide
y se te dará!» ¿Amén?
* * *
A continuación te damos un ejemplo de una oración que puede
serte útil rezar para librarte, ya que no sólo te ilustra cómo puedes clamar al
Señor para que te ayude a superar ciertos vicios, sino también cómo puedes invocar
y citar versículos mientras reprendes al Enemigo:
Oración de liberación:
¡Señor Jesús, en este momento te invoco a Ti
con todo mi corazón para pedirte, mediante el poder de tu Espíritu Santo que me
liberes de la tremenda atadura que ejerce en mi vida este vicio! ¡Jesús,
Tú dijiste en tu Palabra que mayor es el que está en mí (¡Tú
en mi corazón, Señor!) que el que está en el mundo (el Diablo)! ¡Por eso, sé
que Tú eres más poderoso que el Enemigo y puedes superar
este vicio! Tú dijiste: «Toda potestad me es dada en el Cielo y en la
tierra», y: «¡Si pidiereis cualquier cosa en mi nombre, Yo la haré!»
¡Por eso, te pido en este momento, Jesús, que sueltes toda atadura que
tenga el Enemigo en mi vida y destruyas el poder de esta mala costumbre!
¡Reprendo al Diablo y toda su influencia en este momento,
en el nombre de Jesús!
Tu Palabra dice: «No deis lugar al Enemigo», ¡y no
quiero nada que no sea de Ti, Jesús! Tus discípulos dijeron:
«¡Aun los malos espíritus nos están sujetos!». ¡Así pues, invoco
esa promesa, reivindico esa autoridad espiritual sobre el poder del
Enemigo, ahora mismo! ¡Y reprendo al Diablo en el nombre de Jesucristo!
Reclamo tu promesa, Señor: «¡Resistid al Diablo y huirá de
vosotros!» ¡Te resisto, Satanás, en el nombre de Jesucristo! ¡Te ato
y rechazo toda influencia tuya en mi vida, todo poder que puedas tener
sobre mí, en el nombre de Jesús!
¡Jesús, Tú has prometido que cuando clamemos a
Ti de todo corazón, Tú nos responderás! ¡Jesús, estoy
clamando a Ti con todo mi corazón para que me libres! ¡Cuento con
que lo hagas! Tú has prometido que todo lo que atemos en la tierra será
atado en el Cielo, y que todo lo que soltemos en la tierra será soltado en
el Cielo. ¡Por eso, ato el poder del Enemigo en tu nombre y suelto la
atadura que tiene sobre mí, y te pido que lo arrojes lejos de mí para nunca
volver! ¡En el nombre de Jesús! ¡Lo doy por hecho, Señor!
¡Gracias, Jesús! ¡Gracias por liberarme! ¡Ayúdame ahora a adoptar una
postura de fe contra las maquinaciones del Enemigo! ¡Te ruego que me des
fuerzas espirituales para hacer lo que esté de mi parte para resistir la
tentación, y a seguir siempre libre de estas costumbres tan arraigadas,
Señor! ¡En el nombre de Jesucristo! ¡Amén!»
Oración para hoy:
Una existencia fascinante
Te adoro, Jesús. Necesito Tu amor. Tiene un valor indecible
para mí. Gracias por el maravilloso Espíritu que constituye Tu esencia, que nos
abriga y nos proporciona esa cálida sensación de pertenencia, de que somos
necesarios, de que somos parte de algo grande, parte de una existencia
fascinante, parte de la vida. Por ello, te doy gracias. Gracias por la hermosa
vida que nos has concedido y confiado.
Gracias por manifestar Tu amor en nuestra vida de
innumerables maneras. La vida está repleta de enseñanzas, y nos queda
mucho que aprender. Sin embargo, procuras enseñarnos a luchar y acudir a Ti y a
Tu Palabra en busca de las soluciones y la orientación que necesitamos. Además,
nuestros problemas no son nada comparados con los que sufren la desdicha de no
conocerte.
Gracias, un millón de gracias por sostenerme en Tus manos y
cuidar de mí todos los días sin falta.
Hugo, con nuestra amiga Anavela, a quien asesoramos
espiritualmente
y es lectora de nuestra Revista Conéctate.
Y tú, ¿ya te conectaste?
¡Con mucho amor y oraciones!
Hugo y Elizabeth
Ministerio Luz Celestial, San José – Costa Rica
Teléfonos: (506) 88539162
E-mail: mluzcelestial@gmail.com
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