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jueves, 10 de octubre de 2013

¡EL HOMBRE QUE HIZO REALIDAD UN SUEÑO!

(Tomado del Libro de Nehemías)
En el siglo V antes de Cristo, cuando el pueblo de Dios fue llevado cautivo como castigo por sus pecados y debido a su rebelión contra Dios, hubo un hombre de fe, constante en la oración --Nehemías-- que ocupó un puesto de honor como sirviente, el de portador de la copa del rey Artajerjes de Persia.
Al enterarse Nehemías de la llegada de Hanani y algunos hombres de Judá que venían de Jerusalén tras una agotadora travesía de 1.100 km, los invitó al lujoso palacio de Susa.
Ansioso por tener noticias de su pueblo, Nehemías preguntó acerca de la vida en Jerusalén y Hanani le hizo un triste recuento de los pesares, el oprobio y el sufrimiento de quienes habían regresado de su cautiverio. El gran muro de la ciudad aún se hallaba en ruinas y los portales habían sido consumidos por el fuego, pero nadie había hecho nada por reconstruirlos.
Al oír esto, Nehemías lloró y ayunó durante varios días, orando fervientemente. Sabía bien que aquellos males le habían sobrevenido a Israel debido a sus pecados, por lo que confesó: "Señor, yo y mi pueblo, y la casa de mi padre, hemos pecado."
"Señor, hace muchos años Tú nos advertiste por medio de Tu siervo Moisés que si nos volvíamos una nación rebelde, Tú nos dispersarías por los pueblos y seríamos llevados cautivos por nuestros enemigos, y que éstos nos tratarían cruelmente. Esto se ha cumplido. Pero Señor, Tú también dijiste que si nos arrepentíamos y nos volvíamos a Ti y guardábamos Tus mandamientos, Tú nos darías Tu bendición y nos traerías de vuelta a nuestra tierra." (Deuteronomio 4:27-31 y 12:5)
Un profundo anhelo ardía en el corazón de Nehemías; el de ir a Jerusalén y ayudar a su pueblo. Pero, ¿de qué manera obtendría un esclavo del rey permiso para ir? Mientras oraba, pensó: "¡Sin duda, Dios puede obrar un milagro! ¡Te ruego, oh Señor, que tengas misericordia de mí delante del rey Artajerjes, y me des su favor!"
Durante los meses que siguieron, a Nehemías se le hizo cada vez más difícil ocultar su desazón. Al notar el rey el rostro triste del que siempre había sido un siervo alegre, le preguntó: "¿Qué es lo que causa este pesar tan grande en tu corazón?" Nehemías respondió: "Oh rey, ¿cómo no he de estar triste sabiendo que la ciudad donde se hallan los sepulcros de mis padres se encuentra en ruinas, y mi pueblo sufre grandes tribulaciones?"
"Pues entonces, ¿en qué puedo ayudarte?", preguntó el rey. Nehemías oró y pidió al Señor prudencia. ¡Con toda franqueza, le pidió al rey que lo enviara a Jerusalén para reconstruir el muro! El rey consideró su petición durante un momento y luego respondió: "¿Cuándo regresarás?" Nehemías propuso cierto período de tiempo y el rey accedió. ¡Su oración fue respondida! Aquellos años de haber servido fielmente al rey motivaron a Artajerjes a considerar su petición con benevolencia.
Además de darle cartas de recomendación, Artajerjes nombró a Nehemías gobernador de Judá, y autorizó al guarda del bosque real que estaba cerca de Jerusalén para que le diera la madera que necesitaba para la construcción. ¡El rey también le asignó una pequeña escolta militar para el largo y peligroso viaje!
Al llegar a Jerusalén, Nehemías inspeccionó el muro en la oscuridad de la noche, ya que había muchos enemigos que sin duda se opondrían a que las defensas de Jerusalén fuesen fortificadas. Por tanto, no dio a conocer sus intenciones a nadie hasta no haber trazado un buen plan.
Cuando llegó el momento adecuado, reunió a las autoridades, los sacerdotes y los nobles de la ciudad y les explicó que "la mano de Dios había estado con él" para reconstruir Jerusalén, haciéndoles saber que había recibido el apoyo del rey. Todos gritaron jubilosos: "¡Levantémonos y edifiquemos!" La fe y los ideales de Nehemías avivaron una nueva llama de esperanza en el corazón de todos los que escuchaban. Antes de su llegada estaban desalentados y carecían de dirección. Ahora se habían unido para trabajar juntos y con alegría por una meta común.
Sin embargo, había muchos enemigos. Tal es el caso de Sanbalat, el horonita, y Tobías el amonita, a quienes "les disgustaba que viniese alguno para procurar el bien de los hijos de Israel". ¡Al poco tiempo lanzaron una despiadada campaña de difamación para desacreditar la autoridad de Nehemías, acusándolo de que "al fortificar las defensas de Jerusalén, se rebelaba contra el rey!"
Pero Nehemías no se dejó intimidar. Respondió con fe y convicción: "¡Dios nos prosperará! ¡Nosotros, Sus siervos, reconstruiremos Jerusalén, y ustedes no tienen parte en ello ni derecho a interferir!" Nehemías organizó de inmediato los grupos de trabajadores, asignándole a cada familia la reconstrucción de una porción del muro. Confiaba en que alcanzarían el éxito, "¡porque el pueblo tuvo ánimo para trabajar!" (Nehemías 4:6)
Al ver los enemigos de Nehemías que el muro se levantaba día a día, se enfurecieron e intensificaron su campaña de propaganda. Se burlaban constantemente de él y de los obreros diciendo: "¿Qué hacen estos débiles judíos? ¿Acaso creen que llegarán a terminar ese enorme muro? ¡La construcción es tan endeble que si subiere una zorra por ella, se desmoronaría!" ¡Pero cuanto más insultaban a Nehemías y a sus hombres, con mayor fervor oraba él, y el Señor lo fortalecía aún más! Él sabía que la intención de sus enemigos era minar la fe del pueblo a base de mentiras, ¡pero él y sus hombres continuaron trabajando sin parar!
Finalmente, al ver Sanbalat y Tobías que el muro estaba casi terminado, decidieron detener el trabajo infiltrándose secretamente entre los obreros y eliminándolos uno a uno. De esa forma conseguirían amedrentarlos y desmoralizarlos. Pero al oír rumores de sus intenciones, en vez de acobardarse, Nehemías adoptó una actitud resuelta. Armó a los obreros con espadas, arcos y lanzas, y apostó una guardia permanente durante las 24 horas del día. "¡No temáis delante de ellos!", gritó. "¡Acordaos del Señor vuestro Dios! ¡Y luchad por vuestros hermanos, por vuestros hijos y por vuestras hijas, por vuestras mujeres y por vuestras casas!"
A partir de entonces, los obreros trabajaban con sus espadas al cinto, y todos los que acarreaban materiales de construcción trabajaban con una mano y con la otra empuñaban sus armas. Nehemías estaba tan alerta y tan consagrado a la obra que él y sus hombres dormían vestidos por si se presentaba algún problema durante la noche.
Cuando le informaron a Sanbalat y Tobías que el muro y las puertas estaban ya casi listas, mandaron un enviado especial a Nehemías diciendo: "Ven y reunámonos en alguna de las aldeas en el campo de Ono". Pero Nehemías sabía que aquella invitación a una supuesta conferencia de paz era una trampa para hacerle daño. "Hago una gran obra", respondió, "¡y no puedo ir! ¿Por qué ha de cesar la obra para que yo vaya a vosotros?" (Nehemías 6:3)
El enemigo envió cuatro mensajes más, pero al ver que Nehemías aún se negaba a reunirse con ellos, le mandaron una carta abierta en la que le decían que sabían de "buena fuente" que sus intenciones eran las de sublevarse contra el rey, y que aquel era el verdadero motivo detrás de la fortificación de Jerusalén.
¡Amenazaron con informar al rey de sus "intenciones subversivas" si Nehemías se negaba a negociar con ellos!
Por aquellos días, ciertos miembros desleales de la nobleza de Judá actuaban como espías para Tobías y le informaban de todos los movimientos de Nehemías, y al mismo tiempo trataban de convencer a éste de la supuesta "bondad" de Tobías. De esa forma esperaban poder desalentarlo y confundirlo. Sin embargo Nehemías mantuvo los ojos puestos en el Señor y en su trabajo al tiempo que oraba: "Señor, tratan de amedrentarnos pensando que estamos debilitados por el trabajo constante. ¡Señor, fortalece ahora mis manos!" Era cierto que la gente se había cansado de trabajar bajo la continua andanada de mentiras y falsedades difundidas por el enemigo, pero la fe inquebrantable y la perseverancia de Nehemías mantuvo la unidad. La clave fue que no se apoyó en su propia fortaleza, sino en el Señor, y Dios lo bendijo grandemente por ello.
Al poco tiempo, lo que aparentemente era una tarea imposible quedó concluida. ¡El muro fue reconstruido en apenas 52 días! Al montarse y cerrarse las enormes puertas, la ciudad se llenó de júbilo. ¡La misma gente que antes de la llegada de Nehemías estaba desalentada y sin esperanza, ahora cantaba con gozo celebrando el término de la obra! Nehemías escribió: "Al enterarse de esto, todas las naciones vecinas tuvieron temor y sus pueblos se sintieron humillados, ¡porque sabían que por la mano de nuestro poderoso Dios había sido hecha aquella obra!" (Nehemías 6:15)
Debido a la fe de Nehemías y la obediencia del pueblo, Dios derramó Su Espíritu sobre ellos en un reavivamiento espiritual impresionante. Todo el pueblo se reunió a escuchar a los sacerdotes que enseñaban la Palabra del Señor. "Y leían en el libro de la ley de Dios, y lo exponían claramente para que todos pudiesen entender." (Nehemías 8:8)
Durante siete días el pueblo se reunió cada mañana para escuchar la Palabra del Señor, y confesaban sus pecados y limpiaban sus corazones delante del Señor. Todos alababan al Señor y mostraban su gratitud porque a pesar de todos sus errores y pecados el Señor los había bendecido grandemente.
Al empezar a comprender lo que el Señor había deseado para todos ellos, y cuánto los amaba a pesar de sus pecados, todos lloraron y se lamentaron de los errores del pasado. Pero Nehemías, hablando delante de la gran congregación, les dio ánimo, diciendo: "¡No os lamentéis ni lloréis! Id y comed grosuras y bebed vino dulce, y enviad porciones a los pobres que no tienen nada. Este día es sagrado al Señor. ¡No os entristezcáis, porque el gozo del Señor es vuestra fuerza!" (Nehemías 8:10)
Una vez que los hijos de Dios comenzaron a obedecerle, la Biblia dice que "¡Dios hizo que se regocijaran con gran regocijo y el alborozo de Jerusalén fue oído desde lejos!" (Nehemías 12:43)
¡Esta historia es un relato asombroso de cómo la fe de un hombre cambió por completo la historia de toda una nación! ¡Lo que no había sido más que un sueño, se convirtió en una hermosa realidad! ¡Gracias a un hombre que supo actuar con fe y oración, Dios hizo que aquel sueño se volviera realidad!
¿De qué modo actúas ?

REFLEXION--¡El Hombre Que Hizo Realidad Un Sueño!
1.    Una de las condiciones previas para que Dios conteste nuestras oraciones, es tener el corazón limpio. Cuando Nehemías oró pidiendo ayuda, también confesó sus pecados y reconoció que él y su pueblo se habían descarriado (Salmo 32:5).
2.    Los ejemplos que hay en la Palabra nos dan fe en que Dios nos ayudará en una situación similar (Romanos 10:17).
3.    Los problemas de Israel no le sobrevinieron por "casualidad", sino por su desobediencia a Dios. Moisés les había advertido mucho tiempo antes lo que les pasaría si se apartaban del Señor, y su profecía se cumplió.
4.    Dios siempre da a Sus hijos una oportunidad de arrepentirse y cambiar. ¡Su misericordia es infinita! (Isaías 1:18)
5.    Mientras hablaba con el rey, Nehemías oró pidiendo prudencia, y el Señor lo guió y le mostró qué decir. Hay veces en que la oración es algo que se hace sobre la marcha; no tenemos más que reconocer al Señor en nuestro corazón para que nos guíe y nos oriente. (Proverbios 3:6; 1 Tesalonicenses 5:17)
6.    Nehemías se ganó la amistad y a la postre la ayuda del rey gracias a la lealtad y humildad con que lo había servido. Debido a que fue fiel en lo poco, ¡Dios hizo que de humilde siervo, pasara a ser gobernador de Judá, gracias a su fidelidad en las pequeñas cosas! (Lucas 16:10 y 1 Pedro 5:6)
7.    Adonde Dios guía, El provee, como en este caso, en que hizo que el rey ayudara a Nehemías a cumplir Su plan! Si el Señor quiere que hagamos algo, nos dará los medios, siempre y cuando estemos dispuestos a hacer nuestra parte y obedecer. (Mateo 6:33)
8.    No es siempre muy prudente anunciar de antemano nuestros planes, ¡en especial a nuestros enemigos! (Proverbios 11:13)
9.    Dios siempre comienza con un hombre, una voz, alguien de quien se pueda valer, un mensajero. Se halla constantemente a la búsqueda de un hombre que convierta los corazones de la gente... un hombre que la haga volver al muro de Su obra.
10. ¡Siempre que alguien se atreva a ser diferente, a emprender una gran obra para Dios, habrá muchos que se le opongan y lo combatan! (2 Timoteo 3:12)
11. El Diablo siempre nos amenaza para tratar de hacer que desistamos, asustados, ¡pero no puede vencernos a menos que nos rindamos y le dejemos ganar!
12. Nehemías escuchó primero al Señor, y luego vino la "guerra de propaganda" del Diablo. El siempre intenta hacernos dudar de la Palabra de Dios.
13. ¡Nunca alcanzaremos nuestros objetivos si tememos las opiniones de los demás! (Proverbios 29:25 y Gálatas 1:10)
14. ¡Hizo falta adoptar una actitud resuelta para contrarrestar el ataque del Enemigo! Mostrar nuestra determinación a luchar es un buen argumento disuasorio. Como dijo Jesús: "¡Un hombre fuerte armado mantiene a salvo sus bienes!" (Lucas 11:21)
15. ¡Si bien Nehemías sabía que Dios estaba de su lado, aun así hizo su parte para defender la fe y preparó a sus hombres ante un posible ataque, que nunca se produjo porque el enemigo sabía que encontraría resistencia!
16. "¡Sin profecía el pueblo se desenfrena!" (Proverbios 29:18) Cuando sus hombres se desanimaban, Nehemías oraba con ellos pidiéndole a Dios que los fortaleciera, y se tomaba el tiempo necesario para animar su fe.
17. ¡No se puede hacer las paces con el Diablo! Si logra que accedamos a una tregua temporal, será suficiente para que reúna refuerzos, nos rodee, nos infiltre con sus mentiras y con sus espías y nos haga caer en la trampa. No se puede negociar con el enemigo ni por un momento; ¡él está determinado a ganar! (Efesios 4:27)
18. ¡No debemos distraer nuestra atención con cuestiones secundarias! Nehemías no se dejó engatusar por el enemigo. Dijo: "¡Hago una gran obra, y no puedo ir!" (Nehemías 6:3)
19. Debemos cuidarnos de los traidores, los Judas que estarán dispuestos a traicionarnos por motivos personales o para sacar ventaja. Algunos de los peores rivales de Nehemías eran los nobles judíos que se habían casado con miembros de familias del enemigo. Además de actuar de espías, difundían constantemente dudas y mentiras para tratar de desalentarlo. (Gálatas 2:4)
20. Cuando la gente se dedicó de lleno a hacer lo que podía (construir el muro), el Señor hizo lo que ellos no podían hacer. ¡Debido al arrepentimiento y la obediencia del pueblo, derramó sobre ellos Sus bendiciones y produjo en ellos una renovación espiritual!
21. El buen fruto, la obra concluida, se convirtió en un testimonio que tapó las bocas mentirosas de los enemigos. (1 Pedro 2:15)
22. Una vez que la gente se mostró abierta y dispuesta a obedecer al hombre que Dios había ordenado para que la dirigiera, Él les dio lucidez espiritual para entender la Palabra. (Juan 7:17)
23. Aunque Dios señaló al pueblo sus pecados, no tenía intención de que la gente se hundiera en el remordimiento. Sólo quería que los viera y se diera cuenta de ellos. Lo que Dios quiere es que aprendamos a no volver a cometer los mismos errores.
24. ¡La liberación de los judíos del cautiverio, su regreso y la reconstrucción de Jerusalén fue un testimonio ante las naciones vecinas de que Dios es misericordioso con sus hijos cuando se vuelven a Él! (Salmo 107:1-9)
25. La obediencia de Nehemías al reconstruir Israel salvó a su pueblo en aquella época, ¡pero lo más importante fue que preservó a su pueblo como nación, para que varios cientos de años después viniera a Israel el Mesías, Jesucristo, y diera Su vida por los pecados del mundo! ¡La fidelidad y la obediencia de Nehemías tuvieron un alcance mucho mayor del que jamás hubiera imaginado! ¡Y puede ser igual en tu caso! ¡De modo que sé fiel y obediente en lo que el Señor te mande hacer!

¿Lo harás?


Escuche canción: Tengo una misión



Oración para hoy:
Me infundes fuerzas
Te enaltezco por ser mi Rey poderoso, por serlo todo para mí, por tenerme entre Tus brazos y alzarme en espíritu por encima de las tribulaciones, los pesares y las dificultades. Gracias por cuidar de mí, por echar sobre Ti mismo mis penas y afanes, por Tus anchos y fuertes hombros que me sostienen. Reconozco que puedes resolverlo todo, cualquier situación, cualquier complicación, cualquier problema. Gracias por tener todas las soluciones.
Obras portentos, prodigiosos milagros que afectan mi vida, inspiran mi espíritu, me hacen crecer en fe y amor y me llevan a acercarme a Ti, a Tu luz, a la Fuente.
Gracias por alzarme, por inspirarme, por amarme, por conferirle a la vida un sentido tan maravilloso, por darme un propósito por el que vivir cada jornada, por el gozo de ver un nuevo día, encomendártelo a Ti y seguir avanzando por Ti.
Gracias por infundirme fuerzas.




Dayana y Yeimmy, nuevas lectoras de la Revista Conéctate.
Y tú, ¿ya te conectaste?

¡Con mucho amor y oraciones!
Hugo y Elizabeth
Ministerio Luz Celestial, San José – Costa Rica
Teléfonos: (506) 88539162

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